Un hombre ha acabado denunciado por simular su propio secuestro y presentar una denuncia falsa. Todo por no tener que dar explicaciones a su mujer sobre dónde había pasado la noche. El montaje, digno de una película mala de domingo por la tarde, ha terminado como el rosario de la aurora: con la Guardia Civil destapando la farsa y activando un dispositivo de emergencia completamente innecesario. Todo empezó hace unos días, cuando la mujer de este hombre —de un pueblo de Logroño, en La Rioja, de 48 años— se presentó en el cuartel de la Guardia Civil para denunciar que su marido había desaparecido. Llevaba horas sin saber nada de él, no respondía al teléfono ni daba señales de vida. Inmediatamente, se activó el protocolo habitual para personas desaparecidas y se inició una búsqueda contrarreloj. Y entonces, cuando todos estaban con la mosca detrás de la oreja, aparece el protagonista del sainete: se presenta en una comisaría, visiblemente alterado, sucio, con la ropa rota y asustado, asegurando que había sido víctima de un secuestro. Según su versión, tres hombres lo habían abordado por la espalda, le habían tapado la boca y lo habían metido a la fuerza en una furgoneta.
Un relato lleno de agujeros
Dentro del vehículo, dijo, lo habían inmovilizado y lo habían registrado. Tras un viaje sin rumbo, se detuvieron en un descampado y él, aprovechando un descuido de sus supuestos captores, consiguió escapar por una puerta entreabierta y huir campo a través hasta encontrar un lugar seguro. ¿El problema? Que la historia hacía aguas por todas partes. Los investigadores de la Guardia Civil empezaron a detectar incongruencias por todos lados: la noche en la que supuestamente fue secuestrado cayó un auténtico aguacero y, según él, había estado caminando durante 13 horas por una zona embarrada. Pero… ni barro, ni ropa mojada, ni ningún rastro coherente con el relato. Además, su camiseta rota parecía más un corte hecho con tijeras que consecuencia de una lucha por la libertad. Finalmente, acorralado por los hechos y ante la evidencia de que nadie se creía su relato, el supuesto secuestrado confesó: se lo había inventado todo. Quería evitar tener que dar explicaciones a su pareja sobre dónde había pasado la noche. La versión oficial no ha trascendido, pero todo apunta a que se escapó de fiesta o con alguna otra mujer. A la Guardia Civil, los motivos, de momento, no le interesan.
Investigado por simular un delito y generar un gran dispositivo de emergencia
Ahora, lo que sí tendrá que explicar —y no solo a su mujer— es por qué movilizó recursos de la Guardia Civil, con patrullas y efectivos centrados durante horas en una investigación totalmente falsa. La broma le saldrá cara: está siendo investigado por un presunto delito de simulación de delito por denuncia falsa. Según ha informado el cuerpo armado, este tipo de montajes no solo ponen en riesgo la respuesta ante emergencias reales, sino que malgastan recursos públicos y hacen perder un tiempo precioso a los agentes. Ahora, el caso ha pasado a disposición judicial. El protagonista, mientras tanto, seguramente está pensando si no habría sido mejor contar la verdad desde el principio y dormir en el sofá de casa, antes que fingir un secuestro con final de telenovela sudamericana.