Poco esperado giro de guion en uno de los crímenes más oscuros de la crónica negra catalana. La jueza del juzgado de instrucción número 2 de Sabadell ha ordenado el ingreso en prisión provisional de Santi Laiglesia, principal sospechoso del asesinato de Helena Jubany, la bibliotecaria de 27 años que fue arrojada al vacío en diciembre de 2001. Este movimiento judicial ha sido recibido con una fuerte carga emocional por la familia de la víctima, que se ha abrazado entre lágrimas a las puertas de los juzgados. El abogado de la familia, Benet Salellas, ha calificado la decisión de “giro histórico” y de “quiebra de la impunidad” tras 24 años de lucha.
Laiglesia, que estaba citado para declarar por primera vez desde 2002, se ha acogido al derecho de no responder. Pero las pruebas de ADN encontradas recientemente en el jersey que llevaba Helena el día del crimen —restos biológicos que los peritos ven 24 veces más probables que sean suyos que no de otra persona— han sido decisivas. La magistrada apunta “indicios sólidos” de participación en el homicidio y ve un alto riesgo de fuga o de influencia sobre testigos. Por ello, ha acordado el encarcelamiento inmediato del sospechoso, funcionario de la Generalitat de Catalunya.
¿Y ahora qué? Los siguientes pasos
Amb Laiglesia entre rejas, se abre una nueva etapa procesal. La acusación particular, representada por la familia Jubany, está estudiando qué diligencias previas pedir antes de que el caso pase a juicio oral.
Una de las opciones que tienen sobre la mesa es solicitar también la prisión preventiva para el otro investigado, Xavi Jiménez, miembro de la Unió Excursionista de Sabadell. Hasta ahora solo tenía retirado el pasaporte desde que declaró en abril de 2022, pero el nuevo escenario —con el ADN de uno de los investigados confirmado sobre la ropa de la víctima— podría impulsar medidas más duras.
El paso clave que se acerca es la formulación de los escritos de acusación, momento en que tanto Fiscalía como la acusación particular definirán exactamente qué delitos imputan, qué penas solicitan y si reclaman medidas adicionales para asegurar que los investigados no interfieran en el proceso. Después, si no hay más diligencias pendientes, la jueza deberá dictar la apertura de juicio oral, un movimiento que Salellas considera “más cerca que nunca”. Según el abogado, la percepción de la familia y de la misma magistrada es que el caso avanza finalmente hacia una sala de vistas, después de dos décadas de tropiezos, archivos y reaperturas, y por tanto, se podrá celebrar el juicio por el asesinato de Helena Jubany. “El objetivo de la familia es conocer la verdad. Y el juicio ya se empieza a ver en el horizonte”, resume Salellas.
Un caso marcado por la lentitud y el sufrimiento
El caso Jubany es uno de los más oscuros, sensibles y discutidos de la crónica criminal de Cataluña. Helena Jubany apareció muerta el 2 de diciembre de 2001 en un patio interior de Sabadell. Había sido previamente drogada, estaba semiinconsciente, presentaba quemaduras y la arrojaron al vacío desnuda desde el edificio.
La policía española investigó a tres miembros de la Unió Excursionista de Sabadell: Santi Laiglesia, su pareja, Montserrat Careta —que se suicidó en prisión—, y Anna Echaguibel. El caso se archivó por falta de pruebas en 2005. Pero la familia continuó batallando en los tribunales y consiguió reabrirlo cuando estaba a punto de prescribir. La nueva tanda de informes biológicos solicitados por la jueza ha abierto un escenario completamente diferente. Las pruebas genéticas han sido el elemento que faltaba para desatascar una investigación que durante años no había podido concretar autorías.
Ahora, con Laiglesia encarcelado y la otra línea de investigación todavía abierta, el caso vuelve a moverse. Y lo hace, por primera vez en dos décadas, con la mirada puesta directamente hacia el juicio que podría resolver el crimen de Helena Jubany, después de años. Continuará.