Han tenido que pasar más tres décadas para resolver el crimen de Justin Lee Turner, un niño de 5 años asesinado en 1989 en Carolina del Sur, Estados Unidos, y poner así fin a la incertidumbre y el sufrimiento de gran parte de sus familiares. No de todos, ya que su padre y su madrastra sabían perfectamente qué había pasado. Ellos lo habían matado. Ahora, después de que el caso se reabriera gracias a los nuevos métodos de investigación y a los avances de la tecnología forense, la verdad ha salido a la luz. Este pasado martes, Victor Lee Turner, de 69 años, y Megan R. Turner, de 63, fueron detenidos acusados del crimen.
El padre simuló el hallazgo del cuerpo por televisión
La muerte de Justin Lee Turner se produjo el 3 de marzo de 1989 en la localidad de Moncks Corner. Según explicaron sus padres en aquel momento, la última vez que habían visto al niño había sido cuando se marchó a primera hora de la mañana a coger el autobús escolar. No fue hasta por la tarde, cuando no lo vieron bajar del autobús al volver de la escuela, que se dieron cuenta de su desaparición. El caso levantó una gran expectación mediática y las cámaras de televisión se agolparon en las puertas del domicilio familiar. Delante de una de ellas, dos días después del crimen, el 5 de marzo, el padre simuló que encontraba el cadáver de su hijo.
Mientras los cuerpos policiales buscaban al menor, el padre hacía ver que los ayudaba. Para intentar alejar posibles sospechas, delante de los periodistas, abrió la puerta de su caravana e hizo ver que acababa de encontrar al niño. "Mi hijo está aquí, alguien le ha hecho daño", dijo a las cámaras entre lágrimas. No obstante, en ningún momento se acercó o lo tocó intentando ayudarlo. Ya sabía que estaba muerto. La autopsia reveló que lo habían agredido sexualmente y lo habían matado estrangulándolo con una cuerda. La policía abrió una investigación, pero no se pudo encontrar a los culpables del crimen y el caso, poco a poco, fue quedando aparcado en un cajón hasta cerrarse como no resuelto.
Asesinado por su padre y su madrastra
Mientras la familia por parte de madre nunca dejó de pedir justicia e, incluso, creó una página de Facebook para que el caso no quedara en el olvido, el padre y la madrastra se desentendieron. El matrimonio, tiempo después, se fue a vivir en Cross Hill, a unos 260 kilómetros de distancia, y no se interesó por quién había matado al niño, tal como apunta el Daily Mail. "¿No es extraño? Nunca recibí una llamada telefónica preguntando cómo iba la investigación sobre la muerte de su hijo", apunta el sheriff que ahora los ha detenido. En el año 2021, con el avance de la tecnología y los nuevos métodos de investigación, el caso se reabrió.
Los nuevos investigadores comprobaron que, la mañana de su desaparición, nadie había visto al niño salir de casa y coger el autobús escolar. Se empezó a trabajar con la hipótesis de que ya estuviera muerto en ese momento, lo que situó al padre y a la madrastra en el centro de la investigación. Al revisar antiguas declaraciones, se constató que la madrastra había reconocido que había discutido con él aquel día y el padre, antes de encontrar el cuerpo del menor, había hecho comentarios como si ya supiera que estaba muerto. Finalmente, después de analizar todas las pruebas que se conservaban con un método más moderno, se recogieron evidencias forenses suficientes para detener al padre y la madrastra, que han ingresado en prisión sin derecho a fianza.