Hoy hace cuatro años que Iván entró en el río Ebro, en Miravet, y ya no salió nunca más. Después de realizar una actividad con kayaks, el joven de Sabadell, de 15 años, entró en el río a bañarse con compañeros del instituto Agustí Serra i Fontanet el 3 de junio de 2021, ya sin el chaleco salvavidas, y la corriente del agua se lo llevó. Desapareció y fue encontrado, ya sin vida, por los Bombers de la Generalitat a las pocas horas. Pero, ¿qué pasó? Es lo que quiere aclarar su madre, Olga, que ha conseguido que el juzgado de Gandesa que había llevado la investigación de los hechos, y por orden de la Audiencia de Tarragona, tuviera que reabrir el caso.
Este lunes, por orden del juzgado de Gandesa, se ha hecho una reconstrucción de los hechos, con los abogados de la familia, varios testigos y también los monitores y profesores que el día de los hechos, supuestamente, estaban vigilando a Iván y a sus compañeros de clase. La madre del menor había autorizado la salida y la actividad con kayak, pero no el baño. Iván y otros alumnos se bañaron igualmente, supuestamente con el permiso del responsable de la empresa, que les habría retirado los chalecos salvavidas para otro grupo, según detallan varios testigos. Una de las preguntas importantes a resolver en la reconstrucción de los hechos era aclarar quién permitió que los menores entrasen en el río, si fue desde la empresa o las mismas profesoras que acompañaban a los alumnos. Las versiones, ahora mismo, son contradictorias.
Cas reobert i reconstrucció dels fets
El juzgado de Gandesa archivó el caso cuando recibió los primeros atestados de los Mossos al no ver responsabilidad penal, pero la madre de Iván recurrió, y la Audiencia de Tarragona ordenó reabrirlo en diciembre de 2022. En esta reapertura se decidió también incorporar a la causa, como investigados, a dos profesoras del instituto y al responsable de la actividad, de la empresa de kayaks de Miravet. La madre considera que se cometió un homicidio imprudente grave y por eso quiere que el caso llegue a juicio para aclarar los hechos e ir, penalmente, contra los tres ahora investigados. La defensa de las dos profesoras y del monitor de la actividad, en cambio, lo consideran un accidente imprevisible y piden archivar el caso.

Hasta ahora, se han tomado una docena de declaraciones. Y la fase de instrucción deberá cerrarse pronto, después de haber hecho, este lunes a las doce del mediodía, en el mismo lugar donde tuvo lugar el accidente hace cuatro años, la reconstrucción de los hechos con varios testigos, los investigados, los investigadores de la DIC de Terres de l'Ebre y el juez del juzgado de instrucción número 1 de Gandesa, que es quien lleva el caso. En la reconstrucción de este lunes se buscaba acreditar, sobre el terreno, las diversas versiones de los investigados y de los testigos para aclarar si, tal como asegura la familia del menor, hubo negligencia por parte de los profesores o monitores. Las declaraciones de los investigados serán ahora clave para decidir si el juez ordena seguir con la investigación y cerrar la instrucción y que los hechos sean juzgados o, si, en cambio, no se aprecia ningún indicio de delito y se vuelve a cerrar el caso, como un simple accidente imprevisible, como en la primera versión de los Mossos.
Mentiras al juez
Fuentes judiciales han explicado a ElCaso.com que durante la reconstrucción de este lunes la defensa de la madre del joven Iván detectó incongruencias y falsedades en el relato de las dos profesoras que tenían bajo su responsabilidad a los menores del instituto. Incluso, la defensa de la madre asegura que, a preguntas de las partes, las profesoras han mentido, y que al faltar a la verdad demuestran, incluso antes de ser condenadas, que saben que son culpables. La madre del joven quiere aclarar qué pasó y que las responsabilidades de este accidente se esclarezcan, aunque sea años después, para, sobre todo, poder cerrar el duelo. Ella misma asegura que no es una cuestión de dinero, sino, apunta, de saber la verdad sobre los hechos y las mentiras que, según ella, dijeron las personas que debían vigilar a su hijo, al que el agua del Ebro se llevó para siempre.