Los ataques al personal de las prisiones son, por desgracia, de lo más comunes. Sin ir más lejos, en los últimos diez días ya ha habido tres casos que han dejado a los funcionarios con heridas y lesiones por intentar hacer su trabajo. Lo explicamos en un nuevo capítulo de ElCaso Exprés.


Tres ataques a funcionarios en solo una semana

El primero de estos episodios fue el martes 14 de octubre, en la prisión de Quatre Camins, en La Roca del Vallès, donde un preso le dio un puñetazo en la cara a un trabajador, dejándolo con la nariz rota. Según hemos podido saber desde ElCaso.com, la agresión ocurrió mientras se hacía el protocolo anti chinches. Después de que se le encontraran picaduras de estos insectos al compañero de celda del agresor, se activó el protocolo, que consiste en coger la ropa personal y de cama y limpiarla con agua a altas temperaturas para eliminar cualquier posible plaga. El preso no quiso seguir las indicaciones, se puso violento y, finalmente, atacó a varios funcionarios, dando un fuerte puñetazo en la cara a uno de ellos que le rompió la nariz. El trabajador tuvo que recibir atención de urgencia y cogió la baja por las lesiones.

Este mismo preso ha vuelto a herir este lunes, 20 de octubre, a tres funcionarios más después de negarse a pasar por el detector de metales cuando volvía a su celda. Los trabajadores sufrieron heridas y contusiones en la cabeza a causa de los arañazos y puñetazos que les propinó el recluso y tuvieron que recibir asistencia médica. 

Por otro lado, el 17 de octubre en Brians 2, en Sant Esteve Sesrovires, en el Baix Llobregat, un preso atacó a dos trabajadoras, dejándolas con heridas importantes. Los funcionarios vieron que la ventana de una celda estaba rota y decidieron cambiar al preso de habitación. El recluso no estuvo de acuerdo y, cuando una de las trabajadoras se acercó, le arañó la cara y el cuello. La mujer pudo retener al preso durante unos momentos, pero, cuando se liberó, aprovechó para dar un puñetazo en la cara a otra trabajadora y varias patadas.

Estas situaciones son cada vez más comunes y los trabajadores no se cansan de quejarse, pero, de momento, la situación no cambia y las agresiones se han convertido en el pan de cada día.