El joven brasileño que asesinó a tres sin techo durante el primer confinamiento de la pandemia de la Covid-19 irá a la cárcel. Sin embargo, ha conseguido evitar la prisión permanente al aceptar este lunes 63 años entre rejas, de los cuales como máximo cumplirá 40. Los crímenes se produjeron tres días diferentes del mes de abril de 2020 en las calles de Barcelona. El acusado y condenado, ha reconocido los hechos en el juicio, después de que se pudieran reconstruir los ataques gracias a las grabaciones de varias cámaras de seguridad. En los tres casos, además, los mató golpeándolos en la cabeza con una barra de hierro mientras dormían.
El modus operandi era lo mismo en todos los casos, aunque la hora era más variable. El joven brasileño perdió el trabajo de camarero a raíz del confinamiento y, poco después, empezó a asesinar sin techo por toda Barcelona. El hombre vivía en una caravana en la barriada de Les Planes de Sant Cugat del Vallès (Barcelona). Pero el hecho de no residir en la capital catalana no evitó que el 16 de abril saliera con un palo de hierro para matar a golpes a su primera víctima, en torno a las dos del mediodía. La segunda llegó, con un método similar, el 18 de abril, pasada la medianoche, y la última el día 27 del mismo mes, poco después de las once de la noche. En todos los casos, el acusado aprovechaba que las víctimas estaban durmiendo para propinarles por sorpresa varios golpes en la cabeza con la barra metálica.
Reconoce los hechos, 63 años de prisión y 340.000 euros de indemnización
En cualquier caso, los 63 años de prisión, de los cuales cumplirá un máximo de 40, han llegado después de que el acusado reconociera los hechos y confesara este lunes al juicio para aceptar el pacto con la Fiscalía y el resto de acusaciones. Estas, además, rebajaron la petición de pena inicial, que era la prisión permanente revisable, a una de 20 años por cada crimen, más tres años adicionales por tres delitos contra la integridad moral, uno por cada víctima, lo que suma los 63 años. A causa de la confesión, el juicio, que ha empezado este lunes y estaba previsto que durara hasta tres semanas, será mucho más corto porque las partes prescindirán de llevar a la mayoría de los testigos y los peritos.
Por ello, el interrogatorio del acusado se ha limitado al reconocimiento de los hechos: la fiscal le ha preguntado si se confesaba autor de cada uno de los tres asesinatos y el acusado, que ha tenido una intérprete de portugués, ha respondido con uno "sí" a cada cuestión, según ha apuntado EFE. Así, no se le ha podido preguntar por la motivación del triple crimen, de la cual él no ha hablado en ningún momento del proceso judicial, si bien los forenses que lo examinaron en la prisión señalaron que en el momento de los hechos sufría un trastorno de la personalidad provocada por el consumo excesivo de drogas y alcohol. No ha quedado acreditado, tampoco, si tuvo algún contacto previo con las tres víctimas, ni si tuvo incidentes con otros sin techo previamente.
Además de los 63 años de prisión, de los cuales la ley solo permite cumplir un máximo de 40, la familia de una de las víctimas pide 340.000 euros en concepto de indemnización. A pesar de contar ya con la confesión del acusado, el juicio seguirá los próximos días con la declaración de algunos testigos porque así lo exige la ley.