Desde esta mañana de lunes los Mossos d'Esquadra vuelven a buscar a Jonathan Ll. A., un hombre de 40 años, vecino de Baró de Viver, en Barcelona, que los últimos años había pasado a la sombra, en la prisión de Quatre Camins, en la Roca del Vallès. Según puede avanzar ElCaso.com, esta mañana, cuando debía participar, junto con dos educadoras más y otros internos, en una visita a Granollers, se ha escapado y se le ha perdido la pista. Un vehículo, que ya ha podido ser identificado por la policía catalana, le esperaba fuera del centro alrededor de las nueve y media de esta mañana, 17 de noviembre. El hombre se ha dado a la fuga, ha conseguido entrar en el vehículo y ha escapado. Los Mossos d'Esquadra, tras recibir el aviso de la evasión, han activado un dispositivo que, a estas horas, todavía no se ha podido cerrar con la detención de este hombre. No se trata de un desconocido. Es un veterano de la delincuencia en nuestro país y uno de los ladrones más buscados de principios de los 2000 en Barcelona.

Jonathan Ll. A., de nacionalidad española y de 41 años, cumplía condena desde el 2004 y hasta el 2032 debía estar recluido en la cárcel por diversos delitos, la mayoría por hurtos, robos violentos y sustracciones de vehículos. Ahora hacía casi nueve años que no salía de la cárcel. Fue en el año 2016 cuando disfrutó del último permiso. Desde entonces ha ido acumulando expedientes disciplinarios por comportamientos violentos en el interior del centro. Este lunes estaba previsto que participara en esta salida programada, que debía servir para visitar Granollers. Se ha esfumado. La fuga estaba preparada desde hacía días. La policía catalana ha abierto una investigación que, junto con el Departamento de Justicia, deberá servir para aclarar cómo ha podido organizar esta evasión de película desde dentro del centro.

Conectados con el exterior

Fuentes penitenciarias aceptan en ElCaso.com que Quatre Camins es la cárcel de Cataluña donde hay más confiscaciones de teléfonos móviles, aparatos que, a pesar de estar prohibidos, los internos utilizan para comunicarse con el exterior y, o bien seguir con su actividad delictiva, o bien organizar planes de fuga como el de esta mañana. La problemática con los móviles —y con los drones, que también sirven para introducir terminales y droga en los centros— ha ido en aumento y es una de las preocupaciones de los funcionarios de las prisiones de nuestro país, que cada vez ven más complicado mantener el orden en los centros penitenciarios de Cataluña, sumado a la falta de compromiso de las administraciones, denuncian.

Un preso conocido y peligroso

Jonathan Ll. A., ahora en paradero desconocido, fue mediático en 2004, cuando fue detenido tras tener que refugiarse en su casa cuando un grupo de vecinos lo querían linchar después de ser pillado robando en el barrio. El vecindario, que sabía quién era y a qué se dedicaba, lo persiguió hasta su casa. Durante un día estuvo escondido para evitar ser agredido por los vecinos. Finalmente, la policía consiguió una orden judicial y pudo entrar en su casa, donde también vivía con otros dos de los que hoy en día serían bautizados como multirreincidentes. En aquel momento, cuando tuvo que esconderse y encerrarse en su casa para evitar ser linchado —paradójicamente, la policía rodeó la casa para evitar el asalto de los vecinos que querían “justicia”— ya acumulaba diez detenciones.

El hombre ahora fugado de la justicia malvivía en esa casa de la calle Quito, sin luz ni agua, y era un foco de problemas en el barrio desde la muerte de su padre, a cuchilladas, cuando él era joven. El historial delictivo no lo ha abandonado desde entonces, incluso, ya escapó de la prisión de Lledoners, en 2016, al no retornar de un permiso. También tenía varias causas abiertas por no haberse presentado a juicio cuando los jueces lo dejaban en libertad confiando en que asistiría a las vistas.  Hoy dormirá fuera de la cárcel, pero la policía lo busca.

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