La vida del icónico cantante Raphael ha quedado plasmada de nuevo, ahora en primera persona, en el documental de Movistar + Raphaelismo, una miniserie de cuatro capítulos que explica toda su trayectoria tras cumplir sesenta años sobre los escenarios.

Pese a no tener miedo a hablar de ningún tema y ser muy abierto con su vida personal, una pregunta tuvo que ser cortada y respondida por su entorno, ya que el artista se negó a hacerlo.

La pregunta vetada en 'Raphaelismo', de Movistar +

Los episodios, creados por Charlie Arnaiz y Alberto Ortega de Dadá Films & Entertainment, relatan la excéntrica vida del cantante y ante el estreno han explicado alguno de los secretos de la producción.

Según relatan en una entrevista a Los 40, uno de los mayores tabús de Raphael es la palabra "fracaso" que "no existe en su diccionario", aunque sí se trató en el documental a través de los discos con menos éxito que publicó en los años 90.

Raphael en la actualidad / Europa Press

Raphael en el estreno del documental de Movistar / Europa Press

Sin embargo, un momento de su vida tuvo que ser omitido y reestructurado, haciendo que lo explicasen los seres queridos del artista en lugar de él en primera persona.

Se trata de su operación en 2003, en la que le trasplantó el hígado. "No puede hablar de ello, le sobrecoge tanto que debe parar. Así que lo contamos a través de su entorno", detallaban los creadores en la entrevista.

El trasplante de hígado que le salvó la vida

Los detalles de la intervención sí los dio Raphael en una entrevista a El Mundo, donde consideraba que le "dio una segunda vida" que pretende "apurar al máximo" porque fue "un regalo maravilloso" que le ha permitido disfrutar de su vida personal, familiar y profesional "como nunca antes".

Lo delicado del tema es que se hizo a consecuencia de, como él lo describe, su "gran gilipollez". Se refiere al alcoholismo que vivió a principios de siglo. Él mismo admitía: "Jamás había bebido ni fumado de joven, la noche nunca fue lo mío, pero ya pasados los 40...". Según relata, se metió en ese pozo "por gilipollas".

Raphael en un concierto actual / Europa Press

Raphael en un concierto actual / Europa Press

Con esta crudeza confesaba: "Porque si a mí me gustasen esas cosas, pues mira, puede pasar y lo hubiera seguido haciendo, pero yo lo único que quería era dormir. Esto empezó en los aviones, que me pasaba media vida en ellos, y cuando me sentaba, pedía las botellitas estas de alcohol que ponen, me las bebía de un trago y dormía. Claro, que me dormía. Me iba a América y volvía sin enterarme. Y luego empecé a hacerlo también con los dichosos minibares de las suites. Yo tomaba primero mi pastillita y llegó un momento que no funcionaba".

"Me metí en el alcohol por gilipollas"

Ante los problemas de sueño, comenzó a hacer del alcohol un hábito y "como mi familia no me veía porque yo estaba en Barcelona, pues... Como la pastilla no funcionaba, vaciaba el minibar hasta que caía. Pero jamás lo he hecho con la idea de disfrutar el alcohol, nunca me ha gustado", lamentaba.

Llegó el momento en el que su hígado dijo "basta" y él mismo confiesa que pensó que iba a morir, aunque ahora asegura que la muerte le va a "tener que esperar".

Otro de los episodios más duros de su carrera, aunque en este caso a nivel artístico, ocurrió en septiembre de 1977, cuando tuvo que suspender durante más de media hora su concierto en los Festivales de España celebrados en Albacete.

Considerado franquista por el hecho de participar en este evento creado durante la dictadura y alargado en la transición, recibió tomatazos, pedradas y huevos, por lo que tuvo que retirarse durante 36 minutos, hasta que el alcalde de la ciudad lo convenció de que volviese al escenario.