Podría serlo, pero no es el guion rebuscado de una temporada de acción de una serie de Netflix sobre narcotraficantes mexicanos. Es realidad, aquella que muchas veces parece superar la ficción y que, cada vez más a menudo, tiene escenarios que nos son familiares. Torturas, asesinatos, drogas y armas en el Maresme y en el Baix Camp. El pasado 22 de octubre, los agentes de la Unidad Central de Secuestros y Extorsiones (UCSE) de la División de Investigación Criminal (DIC) de los Mossos d'Esquadra y la Policía Nacional ejecutaron la investigación de un caso que empezó el pasado 31 de mayo con el secuestro de un hombre albanokosovar en el Maresme (Barcelona) y a quien sus captores, aunque ya lo habían matado y enterrado, seguían pidiendo dinero a su mujer, que estaba en Italia.

 

La investigación, que dejó a catorce detenidos, la mayoría mexicanos, y relacionados con el cártel de la droga de Sinaloa, la avanzó ElCaso.com la mañana del 22 de octubre, cuando agentes del Grupo Especial de Intervención (GEI) de los Mossos y del Grupo Especial de Operaciones (GEO) de la Policía Nacional asaltaron varias casas y un restaurante en el Maresme. Ahora, no obstante, se han conocido más detalles del caso, bautizado como "Dipòsit" por la policía catalana, y que pone de relieve, una vez más, la peligrosidad de las bandas criminales extranjeras instaladas en nuestra casa.

Una deuda con el cártel, desenlace fatal

Un hombre kosovar de 45 años salió de Italia con el objetivo de llegar hasta la zona del Maresme donde, a finales de mayo de 2024, tenía que encontrarse con el jefe de una organización criminal de origen mexicano, una ramificación internacional del cártel de Sinaloa, dedicado, por todo el mundo, al negocio de la droga. Llegó, pero dejó de dar señales de vida. Su mujer, desde Italia, presentó una denuncia a la policía de aquel país por una desaparición, e incluso se presentó en una comisaría de los Mossos, en Barcelona, días después, para también poner en conocimiento de la policía catalana que su marido había desaparecido. En Kosovo, el padre del hombre hizo lo mismo: también denunció que después de haber dicho que iba a Barcelona, había dejado de contestar a todos los mensajes. Con las dos denuncias sobre la mesa, y con la Interpol y Europol como enlaces con las policías de los dos países, los Mossos, con la UCSE al frente, y la Policía Nacional, desde Madrid, empezaron a investigar el caso.

Entre el 31 de mayo y el 2 de junio, el hombre había podido llegar a Sant Andreu de Llavaneres, en el Maresme (Barcelona), y son las fechas en que los investigadores creen que fue secuestrado. Con su vehículo se trasladó hasta este municipio y, en una casa donde vivía al capo y su mujer, ya no salió nunca más. El encuentro con uno de los líderes de la organización criminal ubicada en Catalunya no fue bien. Lo torturaron hasta matarlo los primeros días de cautiverio. Según ha podido saber la policía catalana, tras estirar el hilo de los últimos movimientos del hombre asesinado, se había perdido un cargamento de droga y le reclamaban una deuda de más de 200.000 euros. Estas organizaciones entienden la violencia como la medida más fuerte de presión y miedo, tanto a sus víctimas como a todo el mundo que tiene negocios con ellos. Haber perdido la droga y haber puesto en complicaciones la organización criminal se tenía que pagar, incluso con la vida; los líderes del cártel no podían demostrar debilidad ante los otros integrantes del grupo. Y así fue. El hombre no volvió a salir con vida de aquella casa de Sant Andreu de Llavaneres.

Extorsión a la familia para cobrar la deuda

Aunque el mensaje era claro, el dinero de la droga extraviada no se había recuperado, y fue cuando orquestaron el plan que los delató. De manera paralela iniciaron dos caminos. El primero, deshacerse del cadáver e intentar eliminar las pruebas del crimen. Con el mismo turismo con el que el hombre había llegado al Maresme lo trasladaron hasta el Baix Camp (Tarragona) y lo abandonaron. El vehículo, en cambio, lo devolvieron hacia el área de Barcelona, y también lo dejaron en la vía pública. Una grúa municipal lo trasladó hasta un depósito municipal, donde fue encontrado por los Mossos. Las investigaciones policiales, cuadrando movimientos, cámaras de seguridad y el rastreo del terminal móvil de la víctima, pudieron saber que había pasado por Sant Andreu de Llavaneres, donde dejó de dar señales de vida, y que su coche había sido por la zona del Campo de Tarragona, donde el 5 de agosto los Mossos encontraron el cuerpo sin vida del hombre, con signos de violencia y en estado avanzado de descomposición.

Intervención del GEI de los Mossos d'Esquadra durante la investigación de
Intervención del GEI de los Mossos d'Esquadra durante la investigación de "Depósito" / CME

Todo cuadraba, menos que la familia seguía recibiendo presiones por parte de la organización criminal para cobrar la deuda para liberar al hombre, si bien ya estaba muerto, tal y como adelantó ElCaso.com. Desde Barcelona, aunque asegurando que estaban en México, los líderes de la organización reclamaron el pago de más de 200.000 euros al padre del hombre a cambio de liberarlo. Pudieron enviar alguna prueba de vida, de las primeras horas de cautiverio, pero no pudieron entregar más, ya que el hombre ya estaba muerto. La familia pagó, con criptomonedas, de la manera que la organización pidió, para hacer más difícil el rastreo, unos 30.000 euros y siguió buscando más, para satisfacer las peticiones de la organización. Desde el 5 de agosto, los Mossos confirmaron que el hombre estaba muerto, como sospechaban, pero evitaron comunicarlo al padre y a la mujer para mantener viva la investigación, y si bien ya era imposible liberarlo, al menos, poder localizarlos; sabían que todavía estaban en Catalunya, y poder detenerlos. Durante estos meses de angustia, aunque la familia no recibía pruebas de vida del hombre, sí que siguieron siendo extorsionados por la organización, que quería recuperar el dinero que, supuestamente, la víctima les había hecho perder con la droga que había desaparecido.

Herederos de Joaquín "El Chapo" Guzmán

Tras meses de investigación, y de poder convencer al juez de Reus que ha llevado el caso, el pasado 22 de octubre, de manera coordinada, los Mossos y la Policía Nacional entraron a las casas de los líderes de la organización y en un restaurante, en Sant Andreu de Llavaneres, donde se había detectado movimiento de estos peligrosos narcotraficantes. Se organizó con todas las medidas de seguridad posibles. Se trata de gente muy violenta. Se activaron dos de los equipos de élite de las dos policías, la española y la catalana, y asaltaron, de madrugada, los pisos donde vivía el líder y su pareja, y también otras casas de los lugartenientes. Se pudieron detener catorce personas, once hombres y tres mujeres, de entre 30 y 70 años, la mayoría mexicanos, y según las investigaciones hechas durante y después de la ejecución del caso, relacionados con el cártel de Sinaloa, uno de los más peligrosos del mundo liderados, antes de ser capturado por Estados Unidos, por Joaquín "El Chapo" Guzmán.

Esta facción catalana del cártel está relacionada con delitos de tráfico de drogas a escala internacional, delitos de blanqueo de capitales, secuestro y asesinato. La policía sospecha que recibían paquetes de origen con metanfetamina impregnada en prendas de ropa que enviaban a Catalunya desde México y, una vez aquí, realizaban el proceso de extracción de la sustancia estupefaciente en un laboratorio que tenían en el Maresme. Los miembros de esta organización mantenían un fuerte vínculo con México y también se movían por toda Europa, donde acababa la droga sintética que trataban y venían.

Droga desde México a Europa, pasando por Catalunya

Durante los registros, en cinco domicilios y en un restaurante, se localizó un laboratorio de extracción de metanfetamina impregnada en superficies sólidas como prendas de ropa, así como metanfetamina preparada para el consumo, una gran cantidad de éxtasis y una plantación de marihuana. También se intervinieron armas de fuego, material tecnológico y dinero, así como indicios relacionados directamente con el secuestro y el asesinato del secuestrado, aunque habían intentado borrar las pistas, agentes de la policía científica de los Mossos encontraron indicios en uno de los chalets utilizados como piso franco de la organización criminal.

No fue hasta que se ejecutó la investigación y se pudieron detener todos los miembros del entramado criminal, también el cerebro del secuestro y el líder en Catalunya de esta rama del cártel de Sinaloa, que los Mossos no comunicaron a la familia que el hombre kosovar estaba muerto. Durante la investigación, que el titular del juzgado 2 de Reus mantuvo bajo secreto para evitar filtraciones y complicar la investigación, los dos cuerpos policiales evitaron explicar a la familia los avances y así poder seguir siguiendo los pasos de la organización, hasta que pudieron ser cazados. La mayoría de los detenidos en el Maresme y en Barcelona han ingresado en prisión. Los nuevos detalles de este caso se han conocido pocas horas después de otro caso que conjuga violencia y narcotráfico en nuestra casa: el asesinato, con un tiro en la cabeza, de un histórico estibador del Puerto de Barcelona, que la policía relaciona con el tráfico de cocaína. El nuevo paisaje de la Catalunya actual, tomada por organizaciones criminales de todas las nacionalidades, y cada vez más violentas, tal y como demuestran los hechos y los informes internos de los Mossos, que alertan del incremento de armas, algunas de guerra y altamente letales, en las calles de nuestro país.