No sorprende a nadie tener que pagar para poder acceder a un local. Es una cosa habitual que hacen todo tipo de establecimientos distintos, desde discotecas hasta museos para poder obtener beneficios. ¿Pero y tener que pagar para salir? Lo que parece absurdo e imposible es una realidad en el mundo y podría llegar a España antes de lo que pensamos.
El sector de la restauración siempre ha estado rodeado de polémicas. Hay personas que consideran que las propinas tendrían que ser voluntarias, mientras que otros creen que tienen que ser obligatorias y de una cantidad determinada. En los Estados Unidos de América, por ejemplo, los camareros pueden cobrar por debajo del mínimo legal sin que eso implique un delito, ya que se considera que con las propinas — a menudo inevitables en el país — ingresan lo que no les paga su cabeza. En España no se tiene este problema, pero son habituales prácticas explotadoras como jornadas de doce horas o turnos laborales que no respetan el mínimo reglamentario.
Obligados a consumir más
En Bélgica está ganando popularidad una tendencia similar a la americana, pero no del todo igual: si bien es el cliente quien paga un extra de su bolsillo, no lo hace a través de propinas, sino que tiene una consumición mínima. Con eso se encontraron Yarno y sus amigos en el hotel Yalo, en la localidad Belga de Gante. Según informa el diario francés La Dépêche, el grupo reservó una mesa, escogió un menú con platos para compartir, un par de botellas de vino y, al acabar, pidió la cuenta. Aquí tendría que acabar la cena, pero el camarero les explicó que no se podían marchar todavía porque no habían llegado a la consumición mínima por reserva, que era de 65 euros por cabeza.
La reacción no se ha hecho esperar y todo el mundo ha querido dar su opinión al respecto. Algunos restauradores belgas defienden la medida alegando que no hay demasiada opción: a fin de que el restaurante tenga beneficios, el cliente tiene que poner de su parte. El incremento de los costes causa que medidas como esta disfruten de una popularidad creciente entre los restaurantes del país, una tendencia que podría empezar a extenderse por Europa. Otro de los grandes problemas es la gente que reserva una mesa y después no se presenta. Algunos restaurantes ya piden la tarjeta bancaria para poder aplicar un pequeño cargo como compensación si el cliente no aparece.