La mujer secuestrada, violada y torturada durante doce años en el Este de Francia, podría no haber sufrido estas acciones por parte de su marido. La Fiscalía ha descartado finalmente que el secuestro en el caso de la presunta víctima encontrada en malas condiciones en la localidad de Forbach, a pocos kilómetros de la frontera alemana, haya sido provocado por su pareja, que fue detenido por supuestamente torturarla, agredirla sexualmente y mantenerla encerrada desde 2011. Por ello, ha pedido que sea liberado.
El fiscal de Sarreguemines, Olivier Glady, encargado del caso, ha aseverado en una comparecencia de prensa que el marido, de origen alemán y de 55 años, será puesto en libertad este martes por la noche al no encontrar elementos inculpatorios después de la detención de este lunes por la mañana. El fiscal ha atribuido a la mujer, de doble nacionalidad alemana y española y 53 años, varias enfermedades en relación con las malas condiciones de salud en las que fue hallada en su casa en Forbach.
Versiones contradictorias de la mujer y su marido
De acuerdo con la información que trascendió en un primer momento, estaba encerrada en una habitación, desnuda, desnutrida, con el cabeza rapada y supuestos signos de antiguas fracturas en los dedos de las manos y en las piernas, por ello fue hospitalizada de urgencia. Ella misma acusó a su marido de secuestro, torturas y violación desde el año 2011. Aunque todavía no está probado del todo que esto no haya sucedido, el marido, a petición del fiscal, quedará en libertad.
"Tenía acceso a un televisor, un ordenador y un teléfono. La colada se tendía en el piso y el marido tenía una reserva de colchones, que cambiaba regularmente", ha indicado el fiscal, que a la vista de las pruebas da veracidad a la declaración del marido sobre las acusaciones de su mujer, que tiene una enfermedad "incapacitante" agravada en los últimos meses. A nivel médico tampoco se han encontrado pruebas concluyentes y los exámenes psiquiátricos de la presunta víctima todavía están en proceso. Al parecer, la pareja se había mudado a Francia por el trabajo del marido para una empresa alemana y ninguno de los dos estaba dado de alta en la seguridad social francesa para recibir atención médica.