El líder de la secta desmantelada en una masía de Vistabella del Maestrat ha aparecido este domingo muerto en su celda en el Centro Penitenciario Castellón I, en Castellón, donde permanecía ingresado en prisión preventiva desde su detención.
Según han indicado a EFE fuentes de la Subdelegación del Gobierno este lunes, al parecer las primeras hipótesis apuntan a que habría sido una muerte natural. El hombre, de 64 años de edad, estaba acusado de abusos sexuales tanto a adultos como a niños, cometidos presuntamente en el seno de esa organización que lideraba en el municipio castellonense.
El fallecido había sido enviado a prisión junto a otros dos miembros de la secta por la titular del Juzgado de Instrucción número 6 de Castellón, que acordó el ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza por delitos de agresión y abuso sexual, trata de seres humanos con fines de dominación doméstica y sexual y exhibición de pornografía a menores.
La actitud del líder en la prisión
Según informan las fuentes de los compañeros de Mediterráneo, la estancia en prisión de Antonio G. L., líder de la secta, estaba siendo sumamente complicada. Es un hombre que tenía muchos problemas de salud y de movilidad por su discapacidad.
Fue tratado varias veces en la enfermería del centro penitenciario y el personal sanitario de la prisión lo tenía en vigilancia constante para que su estado de salud no empeorara. Su conducta era sumamente hostil, especialmente durante sus primeros días encerrado, se mostraba con una actitud "altiva y prepotente".
Incluso algunos trabajadores de la prisión aseguran que era una persona muy maleducada, aunque también explicaron que su actitud fue mejorando considerablemente con el paso de los días. Incluso se relacionó con algunos presos, uno de ellos le ayudaba con sus problemas de movilidad.
Se enfrentaba a una pena de hasta 80 años de cárcel
Los encargados de la investigación del caso de Antonio G. L. calcularon que el que fuera el líder de la secta sexual podría enfrentarse a una pena de hasta 80 años de cárcel. Se le imputaban seis delitos de trata con finalidad laboral, sexual y servidumbre doméstica.
La Fiscalía también consideraba que había pruebas suficientes para acusarlo de tres delitos de abusos sexuales y otros seis abusos a menores de edad. Los vecinos de esta localidad nunca imaginaron lo que estaba ocurriendo en la finca de Mas de la Chaparra, un lugar lleno de cámaras de seguridad en el que se realizaban todo tipo de actos ilegales, muchos de ellos relacionados con crímenes sexuales.
Los agentes que accedieron a la vivienda de Mas de la Chaparra encontraron muchos artilugios sexuales que habían sido usados en violaciones y abusos orquestados por el fallecido y su séquito. También hallaron dinero en metálico, objetos religiosos y joyas que se creen que pueden ser robadas.