Alrededor de las siete de la tarde de este jueves, un convoy con más de una decena de furgonetas de la Brigada Mòbil y del ARRO de los Mossos d'Esquadra ha entrado en la Mariola de Lleida. El objetivo era realizar una inspección administrativa, en virtud de la ley 4/2015, de Seguridad Ciudadana, en un bar-cafetería donde, supuestamente, se trafica con cocaína. Es uno de los puntos calientes de un barrio, de por sí, ya caliente. El bar Lluís, como se le conoce, es un punto habitual de narcotráfico, según han explicado fuentes de la policía catalana a ElCaso.com, que han asegurado que, de vez en cuando, se realizan entradas para mantenerlos a raya. El desembarco de este centenar de policías, ganando toda la zona y evitando cualquier tipo de reacción hostil por parte de los habituales de la zona, la mayoría de etnia gitana, no es casual.

Los Mossos, cuando diseñaron esta inspección, sabían perfectamente los antecedentes del barrio. El pasado 28 de abril, justo la madrugada antes del gran apagón, seis agentes de los Mossos d'Esquadra resultaron heridos, atacados por una turba de incontrolados. Entrar en la zona requería hacerlo con fuerza y capacidad de respuesta ante una eventual reacción hostil. El registro en el bar se pudo realizar con tranquilidad y ninguna de las decenas de personas que se fueron concentrando en el exterior del local se atrevió a atacar a la policía. Los agentes, incluso, se llevaron a dos de los parroquianos del bar, detenidos por un presunto delito contra la salud pública, por tráfico de drogas.

Además, durante la entrada administrativa, se levantaron seis actas por tenencia de drogas y una por portar un arma blanca, según han explicado fuentes policiales a ElCaso.com. Los dos arrestados serán entregados hoy al juzgado de guardia. El operativo de este jueves por la tarde, conociendo la idiosincrasia de esta comunidad étnica, habitualmente violenta contra la policía, también se dimensionó por si era necesario defender la comisaría en caso de que hubiera detenidos. En otros lugares del país, después de realizarse detenciones, protestan frente a las dependencias policiales y, en algunos casos, incluso, han intentado asaltarlas.

Pendiente de arrestar a los violentos

Es la primera vez, desde los incidentes de finales de abril, que la policía accede al barrio de la Mariola. La investigación por aquel brutal ataque sigue abierta y, por ahora, todavía no hay detenidos. La policía catalana tiene identificados a los principales autores que hirieron a los policías —en las primeras horas, en los partes policiales, los agentes ya pudieron poner nombre y apellidos a los presuntos alborotadores—, pero todavía no han podido ser arrestados. Se cree que, con la ayuda de su familia, están escondidos o, incluso, han podido marcharse del barrio. La policía los busca, y asegura que, tarde o temprano, serán detenidos y acusados de lesiones y tentativa de homicidio. Volver a entrar con fuerza en el barrio también es un mensaje, aunque sea tarde, de que la policía puede entrar en la Mariola, aunque tenga que hacerlo con un gran despliegue de fuerza.