Josef Fritzl, conocido como el monstruo de Amstetten, encerró y violó a su hija durante 24 años e incluso llegó a tener siete niños con ella. Fue condenado en 2009 en Viena a cumplir cadena perpetua en un centro de delincuentes con problemas mentales, acusado de los delitos de asesinato por omisión de ayuda, esclavismo, privación de libertad, violación, incesto y coacción agravada. Pero ahora ha salido en libertad condicional y el pasado 25 de enero se decidió que pasara a completar el tiempo que le queda entre rejas en una prisión convencional. Pero esta decisión ha sido recurrida por la Fiscalía de Austria y ahora tendrá que ser revisada por el Tribunal Supremo de la región de Viena.
Fritzl cumplirá en abril 89 años y padece demencia senil. Aun así, el tribunal de tres jueces que tomó la decisión de sacarlo del centro de delincuentes con problemas mentales y enviarlo a una cárcel convencional tuvo en cuenta un informe psiquiátrico que indicaba que, debido al estado de salud del hombre, ya no se daban las condiciones para mantenerlo allí. Por ello, fue enviado a una prisión convencional, medida que ahora ha recurrido la Fiscalía austríaca y que deberá avalar el Tribunal Supremo de Viena, que ya ha rechazado el envío del octogenario a un centro penitenciario en el pasado. Por su parte, la defensa del condenado solicita su libertad condicional asegurando que ya no representa ningún peligro para la sociedad y por haber pasado más de 15 años internado.
Así esclavizó sexualmente a su hija 24 años
El caso de Fritzl, condenado en 2009, comienza mucho antes, en 1984. Ese mismo año el conocido como monstruo de Amstetten encerró a su hija Elisabeth, de 18 años en aquel momento, en un zulo en el sótano de la vivienda familiar de Amstetten, municipio al oeste de Viena que da nombre al criminal. En el domicilio residían también su esposa y otros seis hijos. En cualquier caso, violó sistemáticamente durante casi un cuarto de siglo a la joven, a la que también agredía de otras maneras.
Fruto de este incesto, agresiones y violaciones nacieron siete niños, hijos de Elisabeth y Josef, que a la vez era padre y abuelo. Uno de los pequeños murió al poco de nacer al no acceder el condenado a que recibiera ayuda médica. Todo un entramado durante 24 años, con su esposa y sus otros seis hijos presentes en la residencia familiar, a los que hizo creer que se había ido voluntariamente a través de cartas manuscritas que supuestamente enviaba. La joven que pasó un cuarto de siglo encerrada estaba casi todo el tiempo drogada y maniatada y no fue hasta que la hija-nieta de Josef, Kerstin, enfermó de gravedad que tuvo que llevarla al hospital y se descubrió todo.