Las artes marciales mixtas (MMA) son la combinación de técnicas que provienen de distintas artes marciales y de deportes de combate. Estas artes generalmente se usan para la competición en deportes de combate, pero también para la defensa personal. Los combates de artes marciales mixtas son considerados como los de mayor riesgo que existen en cuanto a contacto físico se refiere. En ellos se permite el uso de técnicas para pelear de pie y dar golpes con puños, patadas, rodillazos o codazos, técnicas para pelear en el suelo y la combinación de ambas. ¿Dónde está el problema?
Las MMA están cada vez más de moda y así lo demuestra el brutal crecimiento que han registrado en la última década en Estados Unidos. Los norteamericanos han creado un imperio alrededor de estas artes marciales e incluso han creado una competición llamada Ultimate Fighting Championship (UFC). No es nada nuevo, ya que los grandes nombres presentes en este deporte, como Conor McGregor, están dentro de esta categoría y se han convertido en importantes reclamos e ídolos para los más jóvenes. Sin embargo, lo peligroso de todo esto es que ha provocado que los niños también empiecen a querer ser estrellas de la lucha, dando pie a una situación que comienza a preocupar y que parece no tener freno.
Estados Unidos es el país de referencia de las artes marciales mixtas y cada vez están más aceptadas y mejor vistas. Sin embargo, la polémica se ha generado en torno a aquellos estados que permiten la participación de menores de edad en las competiciones, algunos de ellos sin superar tan siquiera los 8 años. Un ejemplo es el estado de California. Allí, menores de edad podían participar en combates contra otros chicos de manera totalmente legal. Pero, en el año 2013, fueron prohibidas a raíz de la circulación de un vídeo con imágenes muy duras de un combate entre niños.
Prohibiciones y normativas
Desde la United States Fight League aseguraron que el vídeo había sido manipulado y editado de forma engañosa para que pareciese que lo ocurrido había sido más grave de lo que realmente había pasado. Desde este momento, la USFL empezó a trabajar para recuperar su legalidad, aunque fuera con concesiones, y lo terminaron consiguiendo de nuevo en el año 2014. Se prohibieron los golpes en la cabeza y los derribos peligrosos, era obligatorio que todos los luchadores llevasen casco y desaconsejaban los cortes por peso. Además, los organizadores tendrían que someterse a controles de antecedentes y se exigiría una ambulancia con personal médico en cada evento. En los últimos años, la USFL ha conseguido celebrar torneos en Florida, Tennessee, Carolina del Sur, Wisconsin, Nevada y Texas.
Críticas a las MMA
La crítica principal se centra sobre todo en la gravedad de las lesiones que pueden sufrir estos chicos tan pequeños, especialmente cerebrales. Los expertos médicos también aseguran que hay consecuencias más allá de las evidentes lesiones que se pueden producir. Este tipo de deportes fomentan la violencia y la agresividad entre niños e incluso les pueden acarrear trastornos físicos por los exigentes métodos de entrenamientos. En ocasiones, como les sucede a los profesionales, tienen que pasarse días sin comer para no perderse una lucha importante, algo muy peligroso para el buen desarrollo de su organismo a esa edad.
El papel de los padres
A menudo, se escucha a los padres decir que las peleas ayudan a los niños a defenderse. En muchos sectores de los Estados Unidos, en los que sí se permiten los combates juveniles, aseguran que las artes marciales mixtas son una buena manera de acabar con el bullying y con el acoso infantil. Consideran que si un niño es capaz de defenderse y hacerse respetar, o incluso si otros le temen, será más difícil que alguien se meta con él por cualquier motivo.
Sin embargo, lo que no valoran tan directamente es que con la normalización de este tipo de comportamiento también les ofrecen a los niños "armas" para hacer todavía más daño a los que les rodean. Además, una situación similar a la que se puede producir en el hogar, ya que el chico puede tener incluso la capacidad de emplear su violencia y sus capacidades físicas contra sus propios padres si algo no va como le gustaría.
Por suerte, en Europa, la permisividad es infinitamente menor. En España, por ejemplo, está prohibido participar en competiciones si no se tiene los 18 años cumplidos, además de otros requisitos.