Nuevo caso de agresión sexual en la escuela pública de Montijo, en Badajoz. Si esta misma semana se ha conocido que una niña de 6 años sufrió abusos durante todo el curso pasado por parte de tres compañeros de clase de la misma edad, ahora la Asociación Contra el Acoso Escolar (ACOES) ha explicado que tienen constancia de una segunda denuncia por parte de otra niña que la Guardia Civil ya está investigando. Sin embargo, en el primer caso, la Fiscalía de Menores archivó el caso porque los agresores eran menores de 14 años y no se los podía imputar ningún delito.

En este segundo caso, en el mismo centro educativo, la víctima también es una niña de educación infantil, aunque los agresores no irían a la misma clase que ella. La entidad no se muestra sorprendida que haya aparecido una segunda víctima y, de hecho, pensaban que saldrían más los días siguientes de la primera denuncia. Consideraban que no se trataba de un caso aislado y que, al salir a la luz pública, otras niñas saldrían a explicar los abusos que han estado sufriendo a escondidas.

Un año de abusos en el patio de la escuela

En el caso de la niña de 6 años estuvo durando un año entero sufriendo los abusos sexuales de sus compañeros de clase. Al inicio del curso iba a la escuela muy contenta, pero con el paso del tiempo cada vez tenía una actitud más extraña. La niña nunca volvía de la escuela con el mismo peinado y siempre estaba triste. Tanto su tutora como sus padres le habían notado un cambio en el comportamiento, pero no sabían de dónde venía.

Finalmente, el primer día de las vacaciones de verano, mostró su satisfacción por no tener que ir a la escuela y, ante la insistencia de su madre en saber el porqué, lo confesó todo. Cada día, a la hora del patio, tres compañeros de clase se la llevaban contra su voluntad hacia detrás de unos matorrales. Allí, le bajaban la ropa interior, le arañaban los genitales, le estiraban el pelo y la obligaban a comer tierra. Algunas veces había dicho en clase que tenía mal de panza o se cogía a la pierna de la profesora, pero pensaban que solo quería llamar la atención.

Al tener conocimiento de todo eso, la madre presentó una denuncia y pidió al director de la escuela que activara el protocolo establecido en estos casos, aunque él le dio largas. Dos de los agresores se han acabado marchando del centro educativo por voluntad de sus padres, pero un tercero todavía tiene que compartir clase con la víctima cada día. Ante esta situación, se ha establecido un protocolo especial, haciendo que entren por puertas diferentes o que la niña vaya siempre acompañada al lavabo.