David Knezevich, el marido de Ana María Henao, la mujer colombiana-estadounidense que el pasado mes de febrero desapareció en Madrid, la habría matado y se habría deshecho de su cadáver. Eso es lo que opina el gran jurado del tribunal de Estados Unidos encargado del caso, que ha añadido los delitos de asesinato con premeditación y violencia machista a las acusaciones que hasta ahora solo tenía por secuestro. El hombre, que fue arrestado el pasado mes de mayo en Miami cuando acababa de aterrizar de un vuelo procedente de Serbia, su país natal, ha negado en todo momento cualquier implicación con la desaparición de su mujer, con quien estaba en medio de un complicado proceso de divorcio.

Más de 7.500 kilómetros para cometer el asesinato

A raíz del conflicto por la separación, Ana María, de 40 años, había decidido abandonar Miami y cruzar el Atlántico para empezar una nueva vida en Madrid. Estaba buscado piso en la capital española y tenía previsto un viaje con una amiga a Barcelona, pero de la noche a la mañana desapareció. Como no tenía noticias suyas, su hermano denunció la desaparición en Estados Unidos y tanto el FBI como la Policía Nacional empezaron a investigar que le había pasado. Rápidamente, saltaron las alarmas cuando comprobaron que la misma noche de la desaparición alguien había rociado con pintura las cámaras de seguridad del edificio donde vivía la víctima para que no grabaran nada.

El marido, quien ya se había convertido en el principal sospechoso y que no había querido participar en la búsqueda de la mujer, aseguró que no sabía nada y que aquel día él estaba en Serbia. Las investigaciones policiales, sin embargo, fueron desmontando su coartada poco a poco. Confirmaron que había llegado a Serbia haciendo escala en Estambul, pero también que había alquilado un coche con el cual hizo 7.677 kilómetros hasta que 47 días después lo devolvió en malas condiciones. Sospechando que lo habría utilizado para ir hasta Madrid para matarla, siguieron el rastro y descubrieron que, ya en España, había intentado robar unas placas de matrícula para intentar pasar más desapercibido, pero que el propietario del vehículo lo había denunciado.

Gracias a las cámaras de seguridad de los alrededores del piso de Ana María, se pudo confirmar que era su marido quien, intentando esconder su identidad bajo un casco de motorista, había inutilizado las cámaras del edificio. Acto seguido, habría subido al domicilio de la mujer, de donde salió posteriormente con una maleta de grandes dimensiones en la cual, según creen los investigadores, llevaría su cadáver. Si había algunas dudas, su perfil de Facebook detectó una conexión desde Madrid y el vídeo de seguridad de una ferretería lo grabó comprando cinta adhesiva y la pintura en espray que había utilizado para rociar la cámara. Los investigadores creen que se deshizo del cadáver durante su viaje de vuelta de Madrid en Serbia, pero aunque lo han buscado tanto por España como, incluso, por Italia, el cuerpo no ha aparecido.

Posible pena de muerte

Con todos los indicios recogidos, agentes del FBI lo detuvieron tan pronto como pisó Estados Unidos tres meses después de la desaparición de Ana María. Hasta ahora solo se le acusaba de secuestro, pero el tribunal ha decidido acusarlo también de asesinato y violencia machista. Según la acusación, el hombre secuestró a su mujer y la mató de manera intencionada con "premeditación y alevosía" con el objetivo de obtener un beneficio económico y poder quedarse todo el dinero que perdería si se acababan divorciando. Él, que lleva en prisión desde su detención sin derecho a fianza, lo niega todo y asegura que no tiene nada que ver. No obstante, con esta nueva acusación se podría llegar a afrontar a una condena de pena de muerte al juicio que está previsto que empiece el próximo 21 de febrero.