La Guardia Civil ha desarticulado una banda criminal que se dedicaba a robar teléfonos móviles para desbloquearlos y después venderlos ilegalmente en Marruecos. La mafia, con sede en Barcelona, habría robado por todo el territorio español, consiguiendo hacerse con 56 móviles, valorados en 59.591 euros. Por los hechos se han detenido quince personas, trece hombres y dos mujeres, de entre 22 y 70 años, que están investigados de 54 delitos de hurto, dos de robo con violencia, dos de estafa, uno de receptación y uno de pertinencia en un grupo organizado.

La operación policial empezó en Palencia después de que informaran de un robo con violencia de un dispositivo móvil a Aguilar de Campoo. Los agentes empezaron a trabajar en el caso y fueron capaces de vincular este robo con otros 55, que compartían un patrón común. Los hechos tenían lugar por todo el territorio español, pero se enfocaban principalmente en la costa mediterránea. La Guardia Civil fue capaz de vincular a quince personas con los hechos, a las que se investiga por una sesentena de delitos. Los ladrones se coordinaban para hacerse con los teléfonos, los desbloqueaban y después los vendían a Marruecos, una estrategia con la que llegaron a acumular casi 60.000 euros. Además, una vez tenían el aparato, intentaban acceder a la aplicación bancaria para sacar un beneficio extra, y les funcionó en varias ocasiones, consiguiendo estafar 26.950 euros. Los delincuentes continúan investigados por los hechos, y de momento la Guardia Civil ha podido aclarar 60 delitos, pero siguen indagando ante la posibilidad de que haya más, lo que podría llevar a más detenciones en un futuro.

El método de la muleta

Para cometer los delitos, los ladrones utilizaban el método de la muleta. Entraban en un local fingiendo que querían pedir una oportunidad de trabajar en el establecimiento o pedir algún servicio mientras miraban a ver si había algún teléfono olvidado encima una mesa. Si era el caso, se acercaban sutilmente mientras y, mientras se distraía el encargado, apoyaban un papel en la mesa, justo encima del móvil, y cuando levantaban el folio también se llevaban el teléfono. Para evitar que los detectaran antes de escaparse, pedían que los acompañaran hasta la puerta al marcharse, así, cuando el propietario del móvil viera que había desaparecido, los ladrones ya estarían lejos.

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