El asesinato de la Yaiza no fue un ataque de ira de un momento. La autora del crimen, la madre de la niña de 4 años que murió ahogada en un piso de Sant Joan Despí, Cristina Rivas (35 años), lo tenía todo pensado. Lo ejecutó de manera fría para hacer daño a su expareja, Sergio.
Pasó el 31 de mayo y ella ya ha aceptado el crimen ante el juez que lleva el infanticidio y se está recuperando del intento de suicidio. Lo probó, pero no se salió con la suya. Ahora tendrá que pagar para uno de los crímenes más incomprensibles: matar a tu propia hija. Y ante el juez aseguró que hacía dos o tres meses que lo tenía en la cabeza y que su obsesión era evitar que la niña acabara con su padre.
Mató a su hija para hacer daño al padre
El lunes 31 de mayo, como todos los lunes, la niña tenía que cambiar de progenitor y la madre lo evitó de manera trágica. Cristina Rivas, según ha revelado este domingo el diario El Mundo, dejó varias cartas para explicar qué había hecho. Después ingirió una retahíla de medicamentos que había cogido de su trabajo, la farmacia de la Clínica Platón de Barcelona, donde hacía años que trabajaba después de aprobar un módulo de farmacia.
Al sobrevivir, lo ha tenido que volver a explicar al juez que lleva el caso, y fue el magistrado quien ordenó su prisión provisional cuando se haya recuperado del todo de las secuelas del intento de matarse.
Según este diario, la madre dejó cartas a sus padres y también a su abuela, a modo de despedirse. Intentaba explicar qué lo había llevado a hacer esta desgracia, si tiene algún tipo de explicación.
Una carta de la madre al padre: "Llorarás la muerte de tu hija"
Pero también dejó una carta, muy dura para su expareja -se conocían desde pequeños-, y a quien realmente ella, con el asesinato de Yaiza, quería hacer daño. «Para Sergio, el culpable de todo esto. Gracias», decía el sobre, escrito a mano. En el interior, unas frases muy duras que evidencian cuál era el objetivo de la madre: «Porque has hecho que me quite la vida, pero vas a llorar la muerte de tu hija. La última palabra la tienes tú. Decide si la entierras o la incineras», tal como recoge el diario El Mundo.
Las cartas y el intento de suicidio demuestran quién era el nivel del plan de la mujer, que tenía intención de matar su hija para hacerle pagar a su expareja, Sergio, que él no quisiera volver con ella y que no aceptara que la menor hiciera vida sólo con la madre.
Varios acuerdos y autos judiciales ordenaban que la niña conviviera con los dos progenitores. Los lunes, como el día del asesinato, la niña entraba en la escuela con uno de los padres y salía con el otro. Pero ya no fue así el pasado 31 de mayo, el día que Cristina Rivas hizo realidad el macabro plan de asesinar a Yaiza, la niña de 4 años de Sant Joan Despí.
Un dolor explicado en una carta de Sergio a Yaiza
No hay duda que el dolor que quería infligir contra el padre de la criatura se ha hecho realidad. En una carta que escribió él mismo a su hija, coincidiendo con el acto que este jueves se hizo en Sant Boi de Llobregat -dónde vive el padre y dónde todavía no se había hecho ningún minuto de silencio por el crimen-, le pedía "perdón" por no haber podido evitar el daño que le hizo el "monstruo" de su madre.
Sergio también recuerda, en esta misma carta, un caso que guarda cierto paralelismo con el asesinato de Sant Joan Despí, el de las niñas de Tenerife. Tomàs Gimeno, el padre, mató, presuntamente, a las dos niñas para hacer daño a la madre y, para seguir infligiendo dolor, las tiró al mar para hacerla vivir siempre con la desazón de saber si estaban vivas o no.