Abdellah Gmara, el joven marroquí de 24 años que arrasó dos terrazas en la pedanía murciana de Roldán el pasado 17 de septiembre, es considerado como un "lobo solitario" radicalizado en el yihadismo. El atropello que perpetró y que causó la muerte a un hombre y la suya propia, parecía accidental, pero ahora la Audiencia Nacional investiga los hechos como ataque terrorista.
Lo que sorprende es que Abdellah no era considerado "un buen musulmán", pero en sus dos últimas semanas de vida empezó a cumplir a rajatabla los rituales religiosos que hacía años que dejó de lado. La Guardia Civil está intentando ahora reconstruir la vida del joven, para averiguar cuáles fueron las circunstancias en las que se pudo haber radicalizado hasta el punto de perpetrar el atentado.
Pánico por un atropello múltiple en Murcia
El vídeo del pánico en las terrazas de la avenida de Murcia de Roldán, corría como la pólvora en redes sociales y medios de comunicación el pasado 17 de septiembre, cuando un Volkswagen Golf de color plateado arrasaba a 100 kilómetros por hora la terraza de un restaurante indio. Oliver, un profesor de baile y agente inmobiliario venezolano de 47 años, perdía la vida en el momento, y varias personas resultaron heridas.
El presunto accidente fue doblemente mortal cuando el conductor, Abdellah, era hallado muerto dentro del coche. La causa de la muerte no era, sin embargo, el golpe, sino una puñalada en el costado que resultó haberse hecho él mismo.
"El padre de Abdellah dice que ya no es su hijo"
El asesinato del hombre ha supuesto ahora que su familia rechace cualquier vínculo con él. "Su padre no pagará la repatriación del cadáver de su hijo porque mató a una persona", subraya un primo de Abdellah Gmara a El Español. "El padre de Abdellah dice que ya no es su hijo", recalca.
El pequeño de los Gmara llegó a España con 13 años e ingresó directamente en un centro de menores de Valencia, de donde proviene su educación. Según el mismo medio, estuvo tutelado de mayo de 2008 a agosto de 2012.
Primero en el Centro de Acogida a Refugiados (CAR) de Mislata, en Valencia, y luego en un piso. En esos años estudió, aprendió castellano, realizó actividades con un grupo scout y recibió formación profesional de jardinero.
Lo que más llama la atención son sus faltas a su religión familiar, el islam. Según su hermano Bendaoud, en declaraciones a El Español, "Hubo una temporada que consumió alcohol y drogas". Salí de fiesta, fumaba continuamente y no cumplía con los rezos diarios, incumpliendo el Corán y convirtiéndolo en un yihadista atípico.
Alcohol, drogas y fiestas
También repitió esta conducta en uno de sus viajes a Marruecos, donde "Bebió, fumó y salió de fiesta a espaldas de sus padres". Tras volver a España de una temporada en Francia, Abdellah empezó a vivir en la buhardilla de un conocido, que se la alquiló.
Allí, poco a poco se aisló: no visitaba a su familia aunque vivían en la misma calle y no hablaba con nadie. Pasaba el día encerrado en su cuarto con el móvil, hecho que pone en el punto de mira una autorradicalización.
Es por eso que ahora la Guardia Civil está analizando sus conversaciones telefónicas, mensajes, redes sociales y las páginas que visitaba en internet.
Pero dos semanas antes del presunto atentado, el joven pidió prestada una alfombra y empezó a cumplir a rajatabla los rezos y rituales musulmanes que se había saltado durante años.
Hasta el 17 de septiembre, cuando todo se torció. El accidente empezó a verse como un atentado cuando un testigo, también marroquí, se acercó al coche y pudo comprobar que Abdellah no paraba de mover el dedo índice de la mano derecha haciendo el Tawhid. Se trata de un gesto que significa que "No hay más Dios que Alá y Mahoma es su profeta".
Atentado terrorista: posible autorradicalización
La segunda prueba fue la puñalada autoinfligida, que se hizo él mismo con un cuchillo que se encontró dentro del coche, que había pedido prestado a un amigo para presuntamente ir al hospital.
El segundo indicio: el conductor presentaba una puñalada entre la axila y el pezón que parecía autoinfligida porque dentro del turismo se halló un cuchillo, que era el arma homicida.
Y la tercera prueba, que resultó determinante: tres cartas escritas a mano por el propio Abdellah en castellano, con ortografía perfecta, en las que afirmaba que se trataba de una acción terrorista y en las que se definía como una víctima del sistema.
A petición de la Audiencia Nacional, ahora se investiga este atentado terrorista. La prioridad será determinar cuándo o cómo se produjo el proceso de radicalización: si lo hizo de forma autodidacta por internet, en alguno de sus viajes o adoctrinado por alguien.
Suicidio por no ser "un buen musulmán"
José María Gil, experto en terrorismo y seguridad, explica en una entrevista a El Español que Abdellah "pudo haber experimentado una crisis personal porque como musulmán había desarrollado una conducta pecaminosa: el 'haram', hizo todo lo prohibido por el Corán porque no iba a la mezquita, no cumplía a diario con las oraciones, consumía alcohol, drogas, fumaba, salía por las noches".
En la opinión de Gil, "esa mala vida pudo llevarle a decidir que se quería quitar de en medio y como el suicidio está prohibido por la religión musulmana, optó por el shahid: un acto suicida que lo convierte en un mártir que puede entrar al paraíso porque mató a infieles con el atropello múltiple, poniendo fin a su lamentable existencia a través de los preceptos que marca la yihad.
Ningún grupo yihadista ha reivindicado el atentado hasta el momento.