Uno de los últimos avances tecnológicos que dieron un salto a la vida cotidiana fueron los códigos QR que, pese a existir desde hace más de veinte años, no volvían al primer plano en la sociedad hasta la pandemia provocada por la covid, en la que hizo falta un nuevo método para acceder a páginas web o cartas de restaurantes en PDF sin necesidad de tocar ninguna superficie aparte de la de nuestro móvil y, por tanto, exponiéndonos al riesgo de contagiarnos.
Cuidado al escanear códigos QR, puede salirte muy caro
Y como cada avance, sobre todo en esta era digital, los ciberdelincuentes buscan los puntos débiles y se aprovechan del desconocimiento general de las personas para engañar y estafar a cualquier persona. En el caso de los códigos QR, hay varios factores que han facilitado los fraudes por grupos de estafadores, pero también es posible prevenir que nos engañen y evitar que nos roben los datos o accedan a nuestra cuenta bancaria sin ni siquiera un clic.
Así, aunque las restricciones por la pandemia estén remitiendo y la normalidad sea una realidad cada vez más cercana, muchos restaurantes, hoteles y eventos han optado por mantener los códigos como método para acceder a su página web o descargar la carta o el menú del día con unos segundos de escaneo. Los QR, creados en 1994, son básicamente códigos de barras que se pueden escanear y que están diseñados para ser leídos en un instante con un dispositivo digital, como el móvil. Para ello almacenan combinaciones de hasta 4.296 caracteres alfanuméricos, aunque la mayoría contienen menos caracteres para que la cámara de un teléfono sea capaz de descifrarlo.
Cómo evitar una de las estafas de moda
Y precisamente esta poca complejidad de códigos y su versatilidad -sirve para abrir webs, descargar un archivo, añadir un contacto, conectarse a una red wifi e incluso realizar pagos- los hacen vulnerables a los ataques de estafadores con métodos de fraude digital. Porque su uso cada vez más generalizado se ha convertido en la oportunidad perfecta para grupos de ciberdelincuentes que buscan utilizarlos para conseguir fines criminales.
Los tipos de estafa de este tipo que se han detectado en mayor cantidad son, por ejemplo, modificaciones o manipulaciones del QR que hacen que el usuario descargue un archivo malicioso que infecte su móvil o, tal y como alerta la empresa de ciberseguridad ESET y recoge Efe, podrían modificar un QR de una transacción financiera con sus propios datos y recibir pagos en su cuenta, y podrían pegar un código, generado para dirigir hacia una URL maliciosa, encima de un QR bueno que esté en la mesa de un bar, en un cartel de conciertos, o en otros lugares.
Para evitar caer en estas trampas, se recomienda desconfiar de los datos que no nos cuadren y configurar los móviles para que los escáneres de QR no abran directamente los enlaces y así poder ver la URL antes de entrar. También hay que asegurarse de que no introducimos datos personales o bancarios y que no nos estamos descargando un archivo, por ejemplo. Además, en función del lugar en el que esté podremos confiar más o menos -sospechando de los que encontremos en la calle-, así como de reforzar la protección de nuestro móvil y cuentas.