Giro drástico en la investigación del asesinato del hombre ucraniano de 33 años encontrado muerto de varios disparos el pasado martes en el garaje de una urbanización de Alicante. La Policía Judicial de la Guardia Civil ha desvelado que la víctima ni era ucraniana ni tenía 33 años. En realidad, se trata de un piloto de aviación del ejército ruso, el capitán Maxim Kuzminov, de 28 años, que había desertado el pasado agosto, huyendo hacia Ucrania en un helicóptero Mi-8 que dejó en manos de la inteligencia militar de este país, el GUR, después de aterrizar en la región de Khàrkiv.
Según ha explicado el digital ucraniano Kyiv Post, el piloto fue contactado por el GUR ofreciéndole dinero y protección a cambio de cambiarse de bando. Kuzminov no solo habría entregado el helicóptero a las tropas ucranianas, sino también documentos clasificados y equipamiento técnico. Desde que se hizo pública su deserción, el régimen de Putin no ha disimulado su intención de encontrarlo y vengarse. En palabras del director de los servicios rusos de inteligencia exterior, Maxim Kuzminov era un "traidor criminal". "Se convirtió en un cadáver moral cuando planeó su terrible crimen"; han asegurado. Según parece, consiguieron su objetivo la semana pasada, cuando fue encontrado muerto en la rampa de salida de un garaje comunitario de Villajoyosa, un municipio a unos 30 kilómetros de Alicante.
Ejecutado por un equipo de profesionales
La Guardia Civil ha podido averiguar que el asesinato del capitán Kuzminov fue planeado con cuidado y ejecutado por un equipo de profesionales que habrían hecho un seguimiento de la víctima para conocer sus costumbres, saber cuándo salía de casa y cuándo volvía, todo para poder llevar a cabo su plan con una precisión letal. Incluso habrían controlado las cámaras de seguridad de la calle Marinada, en la zona de La Cala, para tener todos los ángulos cubiertos.
El capitán Kuzminov había asumido una identidad falsa, proporcionada, presuntamente, por el GUR, con la cual se había establecido en Villajoyosa. No tenía mucho contacto con los vecinos y mantenía un perfil bajo para no ser descubierto. No obstante, todos sus esfuerzos fueron en vano. En torno a las cinco de la tarde del pasado 13 de febrero, un inquilino de la urbanización vio cómo un coche ajeno a la comunidad abandonaba a toda prisa el garaje, dejando atrás el cuerpo de una persona tendido en el suelo. En un primer momento, este testigo sospechó de un atropello, pero, después de un vistazo al cadáver, vio los agujeros de bala, hasta una decena, y alertó a los servicios de emergencias avisando de un asesinato.
Los sanitarios del SAMU que acudieron al lugar del tiroteo no pudieron hacer nada para salvar la vida del hombre, que había muerto desangrado después de haberse arrastrado por la rampa, intentando huir. El cadáver fue trasladado al Instituto de Medicina Legal de Alicante, donde le practicaron la autopsia. Poco después del hallazgo del cuerpo, los investigadores encontraron el coche descrito por el vecino abandonado en una calle de la localidad de Campello; le habían prendido fuego para destruir cualquier tipo de prueba. A estas alturas, la investigación continúa en marcha y no consta ningún detenido.