Un nuevo récord Guinness ha sido reconocido diez meses después de la proeza de un grupo de escaladores estadounidense, que ha conseguido batir la marca de la fiesta del té celebrada a mayor altura de todo el mundo. Ni más ni menos que a 6.495 metros sobre el nivel del mar, en el monte Everest, se han desplazado estos excursionistas, que llegaron hasta uno de los campamentos de la montaña más alta del mundo el pasado 5 de mayo de 2021.

Nuevo récord Guinness: la fiesta del té a más altura de la historia

La idea fue de Andrew Hughes, un escalador de alta resistencia de Seattle, Washington, que pensó en batir este récord justo antes de la pandemia provocada por la covid. El confinamiento y las restricciones sobre los viajes hicieron imposible la campaña, que acabó llevándose a cabo el pasado 5 de mayo de 2021. Con Hughes a la cabeza, el grupo de deportistas consiguió llegar al Campamento 2 del Everest, la montaña más alta del planeta, que tiene una altitud total de 8.848 metros sobre el nivel del mar.

Monte Everest escalada / Europa Press

El grupo subió al Everest para batir el récord de la fiesta del té a más altura / Europa Press

En la cima del monte, ubicado en Nepal, dieron comienzo a una fiesta del té con la intención de batir el récord mundial Guinness, a 6.495 metros sobre el nivel del mar. Sin embargo, no ha sido hasta diez meses después cuando ha sido reconocido oficialmente esta semana en el Libro Guinness de los Récords, que ha convertido la hazaña en la fiesta a más altura del mundo. No es raro que el comité de récords más conocido del mundo tarde en reconocer este tipo de hechos, ya que suele necesitar un tiempo para comprobar las nuevas marcas, sobre todo cuando no pueden estar presentes, como en este caso.

Tomar el té a 6.495 metros de altura, en pleno Everest

Andrew Hughes declaraba este lunes al respecto que "las mejores cosas de la vida son las que se comparten", además de tener la esperanza de que su ejemplo "inspire a otros a buscar sus propios sueños, sin importar las alturas", haciendo un guiño a su afición, que entraña grandes riesgos, como pueden demostrarlo las decenas de personas muertas en intentos de subir el peligroso monte, en concreto 291 víctimas desde la primera ascensión en 1953.

Everest / Europa Press

El reconocimiento ha llegado diez meses después de la proeza / Europa Press

Así, el comunicado oficial asegura que la proeza "estuvo llena de complejidades", ya que el material y las provisiones para poder celebrar la fiesta del té tuvieron que transportarse al campamento base con un yak -los bóvidos autóctonos que habitan estas zonas escarpadas y pueden ascender hasta 6.000 metros- y luego en mochilas personales que tuvieron que pasar por "las traicioneras cascadas de hielo de Khumbu" hasta el Campamento 2.

De hecho, otro de los logros fue que las galletas vendidas por las girl scout que Hughes había traído para la ocasión desde Seattle llegaron más o menos enteras, y todo valió la pena, ya que, según el escalador, "el récord inmortalizará para siempre un momento y una experiencia inolvidables en mi vida". Además, se trataba de un asunto personal para él, pues subía al Everest por primera vez tras fracasar en el intento en 2019.