Una pareja de la localidad sevillana de Castilleja de la Cuesta recordará para siempre el refrán "es peor el remedio que la enfermedad". Un hombre cogió el coche después de haber bebido y, al ver un control de tráfico, intentó ahorrarse una multa importante. La solución, sin embargo, acabó siendo mucho peor. Él y su novia se intercambiaron los asientos para que fuera ella quien se sometiera a la prueba de alcoholemia, pero en verdad había bebido más y todavía dio un resultado más alto.

Los policías los pillaron cambiándose los asientos

Según ha adelantado El Correo de Andalucía, agentes de la Policía Local estaban en un control policial cuando vieron un vehículo que se acercaba y que se paró en el arcén de la derecha unos metros antes de llegar. El hombre que iba de conductor y la mujer que iba de copiloto bajaron del vehículo, se intercambiaron los asientos y siguieron la marcha hasta el control policial, donde ya los estaban esperando después de presenciar toda la escena.

Los policías vieron desde el primer momento que los dos iban bajo los efectos del alcohol. Les avisaron que habían visto que se acababan de intercambiar los asientos y que le harían la prueba de alcoholemia al copiloto aunque la conductora diera negativo. No obstante, la sorpresa de los agentes fue que la conductora dio un resultado de 0,70 mg/l en aire expirado, mientras que el copiloto dio 0,40 mg/l en aire expirado.

Eso quería decir que la conductora superaba los 0,60 mg/l en aire expirado y cometía un delito penal, teniendo que declarar ante el juez y enfrentándose a la retirada del carné y penas de prisión. En cambio, si no se hubieran intercambiado los asientos, el hombre solo habría cometido una infracción administrativa con multa económica y retirada de puntos. Ante la situación, los agentes inmovilizaron el vehículo y lo trasladaron al depósito municipal a la espera de que alguien lo vaya a recoger.