Una vez apagado el incendio y recuperadas las diez víctimas mortales del interior del edificio calcinado en València, la actuación de los bomberos se ha situado en el centro de la polémica. Durante los primeros minutos de la intervención, siguiendo el protocolo establecido en los casos de incendios, tal como ha explicado el inspector jefe de los Bombers de València, se pidió a los vecinos que intentaban escapar por las escaleras que se confinasen dentro de casa.
Entre estos estaban Marta y Ramón, con sus dos hijos pequeños, Víctor, de tres años, y Carla, de solo dos semanas, que optaron por hacer caso a los bomberos y encerrarse en su piso. Finalmente, sin embargo, acabaron atrapados en el lavabo por el humo y las llamas, muriendo después de hacer una llamada a sus padres para despedirse. Los suyos fueron los primeros cuatro cuerpos que se recuperaron del interior del edificio la misma noche del incendio.
Un bombero se jugó la vida para salvarlos
Desde los bomberos reiteran que en caso de incendio lo más recomendable es confinarse en casa porque es el lugar más seguro para no acabar intoxicados por el humo. En este caso, sin embargo, acabó convirtiéndose en una trampa mortal. Las llamas empezaron a avanzar de una manera inusualmente rápida sin que se pudiera hacer nada para pararlas, y en cuestión de minutos el edificio se convirtió en un infierno. Ante esta situación, sabedores que la familia estaba encerrada al lavabo y no saldría con vida, un grupo de seis bomberos intentó volver a rescatarlos, tal como apunta Levante-EMV. Sin embargo, solo uno de ellos consiguió llegar hasta la octava planta donde se encontraban.
En aquellos momentos, el largo pasillo del rellano estaba inundado un espeso humo negro, mientras las llamas se extendían por todas partes. El bombero sabía en qué vivienda vivía la familia, pero el fuego había deshecho los números de las puertas y no sabía cuál era. Después de tres intentos, cuando ya estaba a punto de desmayarse y perder el conocimiento, desistió. "Me estoy muriendo, me estoy muriendo", les dijo a sus compañeros por la radio. Finalmente, consiguió marcharse de la octava planta como pudo y salió del edificio con una intoxicación por inhalación de humo y las manos quemadas. Tuvo que ser trasladado a un centro hospitalario de València, donde este sábado todavía sigue ingresado, aunque no se teme por su vida.