El anestesista que intervino en la lipoescultura de Sara, la mujer muerta en Murcia tras la perforación de varios órganos y por lo que se acusa de homicidio al cirujano, advirtió en quirófano de varias imprudencias que, de haber sido tenidas en cuenta, podrían haber salvado a la víctima.
La advertencia en quirófano del anestesista de Sara
Una semana después de la muerte de la mujer natural de Alcantarilla tras una intervención estética en una clínica privada de Cartagena, siguen saliendo detalles a la luz.
Este jueves se conocía que el médico anestesista que administró los sedantes a Sara Gómez en el quirófano y que intervino en la lipoescultura -una cirugía estética para quitar grasa de la cintura-, advirtió al cirujano, Javier Alejandro Masso, de las dificultades de la intervención.
Tensión baja y líquido color sangre
Según se ha podido saber, el sanitario advirtió a Masso, acusado de homicidio y con una orden de detención, de que Sara padecía episodios de hipotensión y que el líquido que estaba extrayendo tenía un color hemático -color sangre.
Así se recoge en su declaración ante la Consejería de Salud de Murcia doce días después de la intervención, que se realizó a principios de diciembre, cuando la paciente estaba ingresada en la unidad de cuidados intensivos del hospital al que fue trasladada.
Contradicciones en las declaraciones del personal
Estas afirmaciones se han añadido ahora a causa de la ampliación de la denuncia que ha presentado el abogado de la acusación particular, ejercida por el padre de Sara, que pide que el anestesista sea llamado a declarar como investigado.
En el documento de la denuncia se resalta que su relato contradice lo que había declarado antes, cuando dijo que la operación, que se prolongó por espacio de cinco horas y media, había transcurrido "con ausencia de complicaciones".
El anestesista pidió al cirujano que parara la operación
La ampliación de la denuncia señala también que ante la consejería detalló que, tras cuatro horas y media de operación, la paciente sufrió episodios de hipotensión, que se controlaron con fármacos.
Y añadió que avisó al cirujano de ello, a la vez que advertía que el tejido graso que se extraía tenía color de sangre y le pidió que parara la intervención "por las cifras tensionales".
Es por eso que la acusación particular denuncia que el anestesista era consciente del riesgo que corría la vida de Sara y que no impidió que se parase la operación, que aún duró una hora más.
Una muerte evitable: El cirujano, acusado de homicidio
Además, se lamenta que no se avisara a urgencias hasta las seis de la tarde del día de la operación, cuando los sanitarios detectaron que sangraba sin parar y que se encontraba en estado de choque.
Tras ser trasladada al hospital público, Sara ingresó en la UCI, donde luchó por su vida durante casi un mes, hasta que murió el pasado 1 de enero a causa de un fallo multiorgánico provocado por las perforaciones de la cánula de la lipoescultura, que le lesionó varios órganos.
Esta semana también, el juzgado de instrucción de Cartagena, que dirige las investigaciones, decretó que Masso, acusado por otras víctimas con un modus operandi muy similar, quedara libre con las medidas cautelares de retirada del pasaporte y prohibición de salir de España.