El pasado 8 de abril Roger L. S., el pistolero de Canovelles, asesinó a tiros a un trabajador de 50 años del Club de Tir de Granollers, disparándole cinco veces en la espalda. Después del crimen, este chico de 19 años salió corriendo hacia la carretera donde, haciendo aspavientos y gesticulando como un loco, consiguió que un matrimonio de octogenarios se detuviera para recogerlo. Eran pasadas las ocho de la tarde, y el joven subió rápidamente a la parte de atrás del coche, sin prácticamente darle tiempo a la pareja a asimilar lo que estaba sucediendo.
En aquel momento empezaba una odisea de 10 minutos, lo que tardaron aproximadamente en llegar a la bifurcación de la carretera de Caldes que marca la entrada a Granollers. Roger L.S. quería que el matrimonio lo llevara hasta Barcelona, pero el hombre al volante se negó. "¿Cómo pretendía que fuera a Barcelona? Tengo el coche antiguo y ya no puedo entrar en el área metropolitana que me pueden multar", ha explicado este hombre en entrevista a la periodista Marta Català, publicada en El Periódico. La contundente negativa del matrimonio, que ni se imaginaba con qué clase de delincuente se habían topado, fue suficiente para que el pistolero de Canovelles aceptara una carrera más corta del que tenía planeado.
La pistola no los acobardó
El joven, visiblemente alterado, apuntó a la mujer con la pistola con la que acababa de matar a una persona, solo minutos antes. "Me eché a llorar muchísimo, porque estaba muerta de miedo y porque notaba que me presionaba la cabeza con el arma". No obstante, cuando Roger L.S. le espetó que callara o de lo contrario le hacía bajar del vehículo, esta señora de 80 años se puso firme: "Ni hablar. ¿Tú qué te piensas? Yo sin mi marido no me muevo de aquí". En total, entre el viaje y el tiempo que pasaron hablando cuando subió al coche, la pareja pasó cerca de 25 minutos en compañía del pistolero, minutos que se les hicieron interminables.
Cuando llegaron a la altura de Granollers, el hombre paró el coche e hizo bajar al criminal. "Gracias, ahora ya me pueden denunciar", han explicado que les dijo este individuo. Como se les había hecho tarde, decidieron que no les merecía la pena el viaje a comisaría. Además, la mujer tenía un poco de taquicardia por el susto, así que pasaron por un centro de salud antes de marcharse hacia casa, en un municipio cercano. A pesar del revuelo mediático que provocó el asesinato y posterior huida de Roger L.S., el matrimonio no se enteró de nada hasta el día siguiente, cuando encendieron la tele durante la mañana y se encontraron cara a cara con el joven que se había metido en su coche, buscado por homicidio.
Eso hizo que se decidieran, finalmente, a interponer la denuncia ante de los Mossos d'Esquadra. Sin preverlo, contribuyeron de gran manera a la investigación que se estaba llevando a cabo en esos momentos, ya que la policía catalana no se explicaba cómo había llegado Roger L.S. del club de tiro a Barcelona en tiempo récord. Les faltaba la última pieza del rompecabezas, y este matrimonio se los proporcionó. Pocas horas más tarde, lo detenían en Murcia, donde pretendía coger un tren para continuar con su huida.
Más de 12 horas fugado
Después de que lo dejaran en Granollers, Roger L.S. se buscó la vida para conseguir llegar a Barcelona. Hacia las nueve de la noche obligó a una mujer a llevarlo en coche hasta la capital catalana, donde bajó en la Ronda de Dalt. Esta mujer sí que avisó a los Mossos, pero, a pesar de peinar toda la zona de Pedralbes, no pudieron evitar que subiera a un tercer coche, con dos mujeres a las que amenazó con la pistola y a quienes consiguió obligar a que lo llevaran hasta Murcia. El día siguiente, en torno a las ocho de la mañana, después de más de 12 horas y más de 600 kilómetros recorridos en un desesperado intento por escapar, fue pillado por la Policía Nacional en la estación de tren de Murcia de Carmen. De esta manera, el exmilitar de 19 años acabó entre rejas, acusado de los delitos de homicidio, detención ilegal, tenencia ilícita de armas y resistencia y atentado contra la autoridad.