Vas a una tienda, eliges cuatro cosas y cuando vas a pagar te piden el código postal. Lo que puede parecer una pregunta protocolaria o un detalle sin importancia puede servir a las empresas para hacerse con datos personales tuyos que no estás obligado a compartir. ¿Por lo tanto, cómo tienes que actuar en estos casos? Según la ley, cuando haces una compra no estás obligado a ceder ningún dato que no sea necesario para la compra, y tu código postal no lo es.
Tus datos sirven para hacer publicidad más persuasiva
Las empresas hacen preguntas de este estilo para ampliar sus bases de información sobre los clientes, cosa que les permite conocerte mejor y poder utilizar técnicas de marketing más especializadas en ti. Gracias a estas preguntas pueden aprender qué edades tienen sus clientes, donde viven, su género... Con estos datos no te suplantarán la identidad, pero los pueden utilizar para hacerte una publicidad más persuasiva y enviarte correo basura personalizado. Puede parecer irrelevante, pero los expertos recomiendan que no demos nuestros datos sin pensárnoslo bien. En muchos de estos casos simplemente recibiremos algún correo molesto, pero si cogemos la costumbre de ceder los datos como si nada podemos acabar estafados. Además, existe la posibilidad que nuestros datos no solo se los quede la tienda donde estamos comprando, sino que después la empresa los venda a terceros. Si se trata de una compra en línea se tiene que ser especialmente cuidadoso y ser muy conscientes de dónde enviamos nuestros datos personales.
La solución es realmente simple: si nos piden esta información nos podemos simplemente negar a darla, ya que legalmente no tienen derecho a exigirla. Lo que también se puede hacer — y es bastante común — si nos da vergüenza quejarnos es inventarnos un código o decir uno diferente. De esta manera, la empresa considera que ha recibido la información y tú puedes continuar con tu día sin tener que revelar información privada a nadie.