Encuentran la escultura de un toro íbero robado en un museo privado de Figuerola del Camp (Tarragona). La pieza, con una antigüedad establecida entre los siglos IV y V antes de Cristo, fue recuperada después de ser localizada e identificada en esta población del sur de Catalunya. Concretamente y según ha podido saber ElCaso.com, en la Fundación Privada Catalana para la Arqueología Ibérica, que abrió sus puertas en 2006 en Cal Vicari, una casa del siglo XV donde inicialmente se expusieron todas las colecciones de la organización. En una de las instalaciones de este centro cultural fue localizado el animal esculpido que, ahora, se ha descubierto que fue robado por un vecino de una localidad de la provincia de Córdoba (Andalucía) en los años 90 y fue vendido a una persona de Barcelona, para finalmente acabar en la población tarraconense. Los investigadores han nombrado a esta operación, curiosamente, calçot, quizás para encontrarse en la comarca conocida por esta fiesta gastronómica catalana. En cualquier caso, la Policía Nacional ha revelado la procedencia ilícita del toro íbero que estaba expuesto en la sala arqueológica del Alt Camp.

Investigación de más de dos años y ley de patrimonio histórico

A los agentes de la Policía Nacional les llamó la atención la escultura expuesta a Figuerola, e iniciaron la investigación en 2020. De hecho, esta pieza ya estaba documentada en un artículo académico de 2004, publicado por un prestigioso arqueólogo y con una reseña en un blog de una persona residente en Córdoba. La lejanía entre ambas poblaciones era, fundamentalmente, el principal escenario a desgranar. Aunque fue fácil hacer la conexión una vez encontraron al cordobés que se la encontró en la década de los 90 con la escultura cuando trabajaba en el campo. No obstante, como el delito ya había prescrito, el hombre declaró en calidad de testigo y reconoció los hechos: halló dos bloques de una misma escultura cuando realizaba labores agrícolas.

Aunque el delito prescribió hace tiempo, el toro íbero fue vendida a una persona procedente de Barcelona en los años 90, por lo tanto estaba en vigor la actual ley de patrimonio histórico español. Por ello, el descubrimiento tendría que haber sido comunicado a las autoridades competentes al tratarse de bienes de dominio público, pero no fue así. Así, pues, quedó probado por parte de los investigadores que el hallazgo y la posterior venta por parte del cordobés acredita la procedencia ilícita de la escultura. Esto ha supuesto que la fundación privada de Figuerola del Camp en la que se encontraba la pieza se quedara sin ella, al ser intervenida y trasladada a las dependencias del Instituto de Patrimonio Cultural de España (IPCE) de Madrid.

Estudio científico y técnico, a pesar de estar la pieza restaurada

Una vez fue trasladado el toro a Madrid, el IPCE llevó a cabo un estudio científico y técnico de la escultura. Allí se hicieron varias modalidades de imágenes y de caracterización de materiales, para determinar los posibles daños que podría haber sufrido a raíz de las modificaciones realizadas. Este último hecho, supuestamente, se habría dado después de encontrarla totalmente íntegra y restaurada, pese a verse claramente los dos bloques de piedra que la formaban. El informe final así lo ha establecido. De allí se desprende que no se siguieron los criterios y recomendaciones emitidas por los organismos competentes en materia de conservación y restauración del patrimonio cultural. De hecho, la unión hecha de los dos fragmentos de la escultura ha ocasionado alteraciones irreversibles a este toro íbero con una antigüedad establecida entre los siglos VI y V antes de Cristo.