Castro Urdiales está conmocionado por el asesinado de Silvia. La mujer de 48 años fue hallada muerta, maniatada, con una bolsa de plástico en la cabeza y con una puñalada en el cuello, en los asientos traseros de un coche en el garaje de su casa en este municipio cántabro. En un principio, tras encontrar el cadáver cerca de las nueve de la noche de este miércoles, se pensó que era un caso de violencia de género y todas las miradas fueron a parar a L.J.G.M., su marido. Pero esta madrugada la Guardia Civil ha detenido a los dos hijos de la víctima, hermanos adoptados -al parecer- en Rusia por la pareja, y se han convertido en los principales sospechosos del crimen. Todo apunta que la llamada que los menores de 13 y 15 años realizaron a su abuela fue clave para relacionarlos con el trágico suceso, así como para pillarlos.

La llamada a la abuela, clave en la investigación

Los dos hermanos de origen eslavo han sido detenidos la madrugada de este jueves, poco después de las dos, y uno de ellos, el de 13, es inimputable por tener menos de 14 años. Los dos adolescentes hicieron creer a su abuela materna, en una llamada la misma noche del crimen, que los habían secuestrado pero poco después acabaron confesándole que habían acabado con la vida de su madre adoptiva, según han apuntado varios medios. En cualquier caso, esta avisó a la policía y se inició la búsqueda. Aun así, esta hipótesis no está del todo clarificada y no se ha hecho pública la conversación, por lo que podrían mantenerse en cualidad de sospechosos y se esperaría a una declaración institucional oficial para poder considerarlos completamente culpables sin necesidad de esperar a las pruebas forenses y de los investigadores de la Guardia Civil.

En cualquier caso, el crimen machista quedó totalmente descartado antes de medianoche. En el momento de encontrar el cadáver de Silvia, su marido y padre adoptivo de los niños estaba trabajando. Vecinos de la zona donde vivía la familia han explicado a EFE que la fallecida trabajaba en el Hospital de Cruces y que se han enterado del horrible suceso por los medios de comunicación y por los coches de la Guardia Civil que cortaron la rotonda de entrada a la urbanización este jueves. El asesinato de Silvia sigue en investigación y, al haber menores de por medio, no se han facilitado grandes detalles. Lo que sí se sabe es que la mujer fallecida era natural de Bizkaia, estaba empleada en el centro médico y residía en la calle Montecerredo, garaje en la que fue hallada sin vida y amordazada dentro de un coche.

Los sospechosos del crimen: uno detenido y el otro a un centro de menores

El hijo adoptivo de 15 años ha sido detenido y está siendo investigado como autor de los hechos, por lo que ha sido puesto a disposición de la Fiscalía de Menores. Respecto a su hermano de 13, al ser inimputable por la muerte de su madre en Castro Urdiales, ha ingresado este jueves por la mañana en un centro de protección de menores. Ambos estudiaban en un colegio en el barrio de Brazomar de la localidad cántabra, el centro concertado Menéndez Pelayo. Pese a que primera vista parece que los menores estaban en perfectas condiciones y sin carencias familiares o de otro tipo, se analizarán e investigarán al detalle las condiciones psicológicas y sociales en las que se encontraban los adolescentes.

Un coche de la Guardia Civil frente a la vivienda donde han hallado el cuerpo de Silvia / C. Ortiz, Europa Press
Un coche de la Guardia Civil frente a la vivienda donde han hallado el cuerpo de Silvia / C. Ortiz, Europa Press

La evaluación de los equipos sociales, especialmente del hermano mayor, de 15 años, se realizará en las próximas 24 horas, por especialistas de la Fiscalía de Cantabria que emitirá un informe. Cabe recordar que el Ayuntamiento de Castro Urdiales no tienen ninguna denuncia relacionada con estos menores y según la alcaldesa del municipio, Susana Herrán, "no eran conflictivos" y tenían un expediente académico "excelente". Algo que contrastaría con cómo apareció el cadáver de Silvia en el coche empotrado en el garaje de su chalé: en el asiento de atrás, maniatada de pies y manos, con una bolsa de plástico en la cabeza y con "al menos" una puñalada en el cuello.

Silvia era catequista y "bondadosa"

Las reacciones políticas no han tardado en aparecer, con mayor o menor grado de detalle y acierto, así como de las instituciones locales que estaban más cercanas a la familia. Pero ha habido una, la del párroco de la iglesia de Santa María en Castro Urdiales, Antonio Arribas, que no ha dejado indiferente. El sacerdote ha destacado, tras el crimen, el perfil "bondadoso" y la implicación religiosa de la mujer porque, como catequista, transmitía los valores cristianos a los niños y era "muy querida" en la comunidad. "Las familias y los niños que atendía en las catequesis estaban muy contentos", ha asegurado en declaraciones a la agencia citada.

De hecho, el párroco de esta iglesia de Castro Urdiales, en su relato, ha explicado que eran una familia "muy unida" que siempre hacían vida social los cuatro juntos, los dos hermanos detenidos, el padre y la madre muerta este miércoles. Algo que contrastaría con lo sucedido, o que los dos principales sospechosos lograron camuflar a la perfección. Todo está abierto y todo apunta contra los dos hijos adoptivos de 13 y 15 años como supuestos autores del macabro crimen de Silvia en el municipio cántabro.