La noche del martes se produjo el robo de 45 botellas de vino en el prestigioso hotel y restaurante Atrio, en Cáceres. Se calcula que el valor de las piezas robadas ronda los 806.000 euros. El establecimiento cuenta con una de las bodegas de vino más importantes y reconocidas de toda Europa. Además, cuenta con dos estrellas Michelin.
Los ladrones se habrían llevado 38 botellas de Romanée Conti, que tienen un precio medio de unos 12.000 euros cada una en la carta del restaurante y la joya de la corona, un Chateau d'Yquem de 1806 que estaba valorado en 350.000 euros. La policía de Cáceres ya ha iniciado una investigación para encontrar a los culpables de este delito propio de una gran película.
José Polo, muy afectado
José Polo, uno de los propietarios del establecimiento y sumiller, que ha trabajado durante 35 años en el Atrio, se ha mostrado muy afectado por la cuantiosa pérdida: "Es como si nos hubieran forzado, apaleado y amordazado, sentimos mucha tristeza, lo peor es que no nos han robado dinero, ni objetos, nos han arrancado parte de nuestra historia", decía Polo. Se trata de una pérdida grande, pese a que cuentan con más de 40.000 botellas en su bodega.
La pérdida más grande fue la de un Chateau d'Yquem del año 1806. Polo se mostró muy dolido, ya que era una de las joyas de la corona y era tratada prácticamente como una joya de museo: "No la vendería ni por un millón de euros. Ha visto pasar los últimos 215 años de la historia de Europa". Pese a ello, su precio en la carta era de 350.000 euros.
José Polo también comentó que cree que los ladrones lo tendrán muy complicado para sacar provecho de su crimen: "Es muy difícil que se puedan vender, ya que están numeradas", dijo el sumiller. Además, dejó un mensaje simbólico en referencia al Chateau d'Yquem: "He pedido que en su hueco no pongan nada. Nos han robado la botella, pero su historia nos pertenece".
Un robo limpio
La información apunta a que los autores del robo habrían sido una pareja formada por un hombre y una mujer. Ambos se hicieron pasar por clientes del hotel y engañaron al personal que estaba atendiendo por la noche. A primera hora de la madrugada llegaron para alojarse y más tarde pidieron algo para comer aunque la cocina estaba cerrada. El recepcionista fue a buscar una ensalada para dársela a los clientes y estos aprovecharon para entrar en la bodega sin forzar las cerraduras.
Los ladrones parecían saber lo que estaban haciendo, ya que robaron las botellas que más valor tenían y contaban con la tecnología adecuada para forzar la cerradura. A las cinco de la mañana la pareja bajó con unas cuantas bolsas y salió tranquilamente por la puerta después de pagar.
José Polo no duda, cree que todo estaba perfectamente planeado y que se trata de un encargo.