Después de diversas fases, la Guardia Civil ha dado por desmantelada una organización criminal liderada por uno de los hombres más poderosos de los clanes dedicados al tráfico de drogas en Cataluña, que había encontrado su espacio perfecto en Sant Cosme (Prat de Llobregat), uno de los barrios más complicados del área metropolitana de Barcelona. En colaboración con Europol, se han detenido a 25 personas, entre los líderes de la banda, este hombre de nacionalidad española, y otras personas encargadas de introducir y distribuir la cocaína en Cataluña, también con infiltrados en el Port de Barcelona, generando millones y millones de beneficios. La investigación ha sido larga, pero ha acabado bien.

Arsenal de armas de guerra y coches de lujo

Esta larga investigación, que se llevó a cabo en diversas fases desde 2022, ha culminado con la detención de estas personas y con un resultado positivo en cuanto a ingresos a prisión: 22 de ellas se encuentran entre rejas. Durante los diversos registros, sobre todo en la zona de Sant Cosme, se han confiscado seis millones de euros en efectivo, grandes cantidades de droga, un arsenal de armas de guerra (armas largas automáticas, fusiles, escopetas, armas cortas con silenciador, puños americanos y pistolas Taser, unas 50 en total), tal como avanzó ElCaso.com, así como multitud de artículos de lujo y una treintena de vehículos de alta gama, valorados en millones de euros, que demuestran el alto beneficio que tenían de la venta de cocaína en Cataluña.

 

La organización criminal, que había establecido alianzas con narcotraficantes colombianos, introducía la droga en Cataluña a través de contenedores marítimos con productos "aparentemente legales", como maquinaria industrial y frutas tropicales. Tenía una estructura jerárquica con inversores, testaferros, personal portuario encargado de facilitar la extracción de la droga en Barcelona y responsables del blanqueo de beneficios. El líder de la organización, conocido en el entorno criminal como Lucky, coordinaba las operaciones, mantenía el control de la red y ocultaba su implicación directa utilizando otras personas como intermediarios para hacer transacciones legales a través de empresas de construcción o de compraventa de vehículos y adquirir bienes con dinero ilícitos, según han podido demostrar los investigadores de la Policía Judicial de la Guardia Civil. Él, en cambio, vivía fuera del barrio de Sant Cosme, en un piso en el calle de la Mare de Déu de Montserrat, y aparentaba llevar una vida normal y de lujos moderados. En cambio, los otros implicados llevaban un ritmo de vida mucho más alto del que, supuestamente, deberían haber tenido por los trabajos que realizaban.

Investigación que arranca en Lleida

El caso comenzó después de la localización, en Lleida, de más de 600 kilos de cocaína ocultos dentro del rotor de un generador eléctrico importado por una empresa panameña. A partir de este momento, se organizaron seguimientos y vigilancias para esclarecer de dónde había salido la droga y, sobre todo, quién debía recibirla. Las investigaciones llevaron hasta Prat de Llobregat, y desde allí se siguió tirando del hilo.

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Imagen de parte de las armas intervenidas en la investigación del caso / ACN

En junio de 2022, se interceptó un envío en el aeropuerto de Madrid-Barajas con 200 cajas de piñas destinadas a una empresa que ya estaba bajo el foco de la Guardia Civil. En su interior se encontraron más de 62 kilos de cocaína, y se siguió la entrega hasta Barcelona, lo que permitió identificar miembros de la organización. El entramado criminal tenía una red internacional, y durante las investigaciones se pudieron intervenir otros cargamentos de droga en Panamá y también en Cataluña, en el Puerto de Barcelona, uno de los puntos más activos de entrada de la droga a Europa. Cuando se explotaron las tres fases de la investigación, se realizaron registros en diversos puntos, recuperando todo el material intervenido, como el arsenal de armas, los coches de alta gama y la droga. Además del Prat, también se hicieron entradas judiciales en Valencia, Madrid, Cádiz y Málaga. Que una veintena de personas hayan ingresado en prisión demuestra que se ha tocado hierro y que se ha podido desmantelar la estructura delictiva de manera efectiva.