El aumento desmesurado de pisos turísticos en Barcelona no solo va en detrimento del mercado de la vivienda, con precios cada vez menos asequibles para las personas que viven -o que intentan vivir- de manera estable en la ciudad, sino que también supone un deterioro de las redes vecinales, sobre todo, cuando un bloque entero se convierte en un edificio destinado al alquiler vacacional. Los ladrones más avispados no han tardado en aprovechar esta pérdida de comunidad para moverse libremente y con una sensación creciente de impunidad por todas estas fincas y viviendas donde el peligro de ser descubiertos es casi nulo: nadie se conoce, todos son turistas y el delincuente se puede mimetizar fácilmente entre toda esta gente que solo pasa un fin de semana en la capital catalana.
Sin embargo, no todos los delincuentes se van de rositas. El 9 de noviembre pasado, los Mossos d'Esquadra pudieron atrapar a un hombre de 57 años que, valiéndose solo de un sombrero de pescador para ocultar el rostro delante de las cámaras de seguridad de los rellanos y de una hoja de plástico rígido para hacer saltar los pestillos, saqueó nueve pisos de un mismo edificio; todos, claro está, destinados al alquiler vacacional. Durante días, el hombre entró y salió como si fuera un turista más, buscando aquellos pisos que estaban vacíos mientras los inquilinos temporales estaban fuera, haciendo subir el contador de pasos mientras descubrían la ciudad. En total, sustrajo más de 15.000 en joyas y otros objetos de valor, 3.000 más en dinero en efectivo y también documentación de las víctimas.
Escogió el edificio sabiendo que los inquilinos eran todos turistas
A principios de mes, los agentes de la Unidad de Investigación de la comisaría de Sant Martí pusieron en marcha un dispositivo después de recibir varias denuncias sobre robos cometidos en el mismo bloque de pisos. Gracias a las tareas de vigilancia, consiguieron identificar al supuesto culpable y detectaron un modus operandi muy marcado. En concreto, iba siempre con un sombrero de pescador para que no se le viera la cara. Centraba esfuerzos en asegurarse de que nadie lo veía antes de entrar en el edificio, que hacía o bien aprovechando cuando entraban y salían otras personas, o bien por la puerta de atrás con una llave electrónica.
El detenido, que a todas luces era consciente de que todos los inquilinos del edificio estaban de paso, realizaba vigilancias por el exterior antes de acceder. Una vez dentro de ya no tenía que preocuparse por si levantaba sospechas, ya que nadie se conocía y podía hacerse pasar por un turista más. Escogía aquellos apartamentos donde no había nadie, y entraba mediante la técnica de la radiografía, pero tampoco dudaba en forzar las puertas si las encontraba cerradas con llave.
Pillado in fraganti
Después de la última incursión en este bloque, se le acabó la suerte: los Mossos d'Esquadra lo esperaban en la calle y lo detuvieron tan pronto como abandonó el inmueble. El acusado tiene siete antecedentes policiales, todos por robos con fuerza, y quedó acusado de nueve más. La investigación continúa en marcha, ya que no se descartan más detenciones.