Ya hace más de cuatro meses de la desaparición de Mònica de la Llana y se sigue sin tener ningún rastro de ella. En todo este tiempo no ha dado ninguna señal de vida: no ha gastado ni un euro de su cuenta corriente, no ha utilizado su teléfono móvil y tampoco ha ido a ninguna farmacia a por los medicamentos que necesita para sus problemas de salud. Todo es un misterio y su familia cree que alguien la ha asesinado. Mientras, los Mossos d'Esquadra han abierto una investigación sobre los hechos y no descartan ninguna hipótesis.
La familia de Mònica de la Llana cree que la han asesinado
La familia de Mònica no solo se atreve a decir que ha sido asesinada, sino que creen saber quién es el culpable: su pareja. Según el entorno familiar, la relación de la mujer desaparecida con su chico no era muy buena. De hecho, los mensajes que había enviado a una amiga pocos días antes de desaparecer no hacen más que levantar todavía más las sospechas sobre él. "Estoy viviendo con un chico que no se porta bien conmigo. He tenido un ataque de ansiedad y de asma", decía en uno de los escritos, que han hecho públicos Diario de Sevilla.
"Estoy recogiendo todo para marcharme mañana. Vine a la Morera de Montsant para estar tranquila y me encuentro con un tío que hay que hacer lo que él diga y me condiciona a no poder ser yo", decía en otro mensaje el día antes de su desaparición, confesando que no estaba nada bien con el chico. La familia asegura que en realidad era una relación informal, que tenían sus idas y venidas y que él la maltrataba. Los Mossos ya interrogaron al hombre, que explicó que él acompañó a Mònica a una estación de autobuses para que se marchara hacia Reus. La policía catalana, sin embargo, no ha podido confirmar que cogiera ningún autocar hasta la capital del Baix Camp.
En Reus, Mònica se tenía que encontrar con esta amiga a quien había estado enviando los mensajes, pero ya no se presentó. También había estado hablando con un amigo para ir a recoger algunas prendas de ropa, pero tampoco apareció. Incluso había conseguido un trabajo como camarera para el fin de semana siguiente. No hay nada que haga pensar en otra cosa que no sea en una desaparición involuntaria, más cuando no ha habido ningún rastro de ella desde entonces.
La última prueba que se tiene es una llamada de tres minutos que hizo el 21 de julio a su pareja. La familia de Mònica no lo entiende, ya que se suponía que estaban juntos en aquel momento. Su pareja asegura que no tiene ninguna noticia suya desde ese día, cuando le dijo que se iba a trabajar. La investigación de los Mossos continúa abierta con todas las hipótesis posibles y se trabaja en uno clonado del teléfono móvil de la desaparecida.