Finley es un niño de 8 años que está ingresado en el hospital después de ser brutalmente atacado por un grupo de tiburones en las Bahamas. La víctima estaba de viaje con sus padres en estas islas paradisiacas cuando vieron a un grupo de turistas nadando entre tiburones, decidieron unirse y fue entonces cuando intentaron matarlo y comérselo.

Finely Downer, de Reino Unido, la semana pasada fue a pasar unos días de vacaciones con sus padres en las islas Bahamas. Lo que tenían que ser unos días de desconexión y relax se acabó convirtiendo en un auténtico infierno que casi le cuesta la vida.

Nadaron en una zona llena de tiburones

El infierno empezó cuando reservaron una excursión para nadar a Compass Cay, en medio del mar, rodeados de tiburones y animales típicos de la zona. De repente, vio que había un grupo de turistas que estaban nadando entre tiburones. Lo que no sabía era que los estaban alimentando con sobras de comida.

"Había mucha sangre y los trozos de la pierna le colgaban"

En un momento de distracción de los padres, se empezaron a oír los gritos de auxilio del pequeño. "De sopetón, oí un grito de terror y vi decenas de tiburones que rodeaban a mi hijo. Había mucha sangre y los trozos de la pierna le colgaban", explica el padre de la víctima, que todavía no da crédito a la trágica situación.

Finley Downer / The Sun
Finley Downer es un niño de 8 años que ha sido brutalmente atacado por un grupo de tiburones cuando estaba de vacaciones de verano con sus padres a las islas Bahamas / The Sun

"Padre, no quiero morir. Padre, no quiero ir al cielo"

La hermana del niño, que también estaba allí, afortunadamente, se pudo salvar de los ataques, pero el pequeño Finely, no. Tres tiburones lo atacaron y lo dejaron gravemente herido. Inmediatamente, se lo llevaron al hospital. A pesar de la gravedad del ataque, el niño estaba consciente y, de camino al centro médico, le empezó a decir: "Padre, no quiero morir. Padre, no quiero ir al cielo", explica el diario británico The Sun.

Después de tres horas de operación, consiguieron estabilizarlo y él y su familia volvieron a Kettering, la ciudad de Inglaterra donde viven. Una semana después del brutal ataque, todavía no se ha recuperado y va en silla de ruedas. No obstante, según el pronóstico de los médicos, podrá volver a caminar.

Contradicciones entre el padre de la víctima y la compañía de las Bahamas

El padre de Finley ha explicado a los diarios de Inglaterra que los guías turísticos les dijeron que el lugar donde estaban los tiburones era un lugar seguro. Sin embargo, desde la compañía aseguran que Finley y su familia empezaron a nadar por una zona que estaba prohibida.