La Guardia Civil ha detenido a cuatro miembros de una misma familia de feriantes portugueses que durante 17 años han tenido secuestrado y explotado laboralmente un hombre a quien trataban como si fuera su esclavo. La familia de la víctima, originario de Barakaldo (Vizcaya) había perdido el contacto con él en 2003, aunque no presentaron una denuncia por desaparición hasta el año 2009 apuntado que tenía problemas médicos y económicos. No obstante, no fue hasta el pasado mes de marzo de 2024 que lo pudieron localizar en la localidad navarra de Caparroso, donde vivía desde 2007 con una familia de feriantes.

Los investigadores pudieron averiguar que durante todos estos años, el hombre había estado recibiendo una serie de ayudas económicas como la prestación de desempleo, la pensión y la declaración de la renta. Todos estos ingresos se habían hecho a una cuenta corriente a nombre de la víctima, aunque en realidad quien iba al banco a retirar el dinero era otra persona. Los agentes pudieron hablar con el hombre y lo pusieron en contacto con su hija, expresando su deseo de ir a vivir con ella y confesando el infierno que había tenido que vivir durante casi dos décadas.

Explotado y tratado como si fuera un esclavo

Las declaraciones del hombre hicieron pensar rápidamente a los investigadores que se trataba de una víctima de tráfico de seres humanos con finalidad de explotación laboral. La familia de feriantes lo obligaba a levantarse media hora antes que ellos para poner lavadoras o hacer tareas de limpieza, entre otras tareas del hogar. También se encargaba del mantenimiento y la supervisión de las atracciones infantiles cuando se trasladaban de municipio, así como de su limpieza. Siempre sin recibir ninguna compensación económica por hacerlo. De hecho, no le dejaban tener libre acceso a comida y bebida, obligado a comer solo bocadillos y lejos del resto de gente. También le suministraban tabaco, ya que no le dejaban comprarlo o pedirlo.

Sus condiciones de higiene y descanso no eran mucho mejores. El hombre dormía en un tractocamión durante las ferias, teniendo acceso prohibido a las habitaciones del remolque si no era para limpiarlas. Tampoco podía entrar en el baño, obligándolo a hacer sus necesidades en un lugar apartado de la calle y a lavarse en medio de la vía pública con una manguera. A veces, cuando la familia se desplazaba a una casa que tienen en Portugal, lo hacían dormir en un colchón que le habilitaban en un garaje con unas condiciones insalubres y deplorables.

Retenido y aislado del mundo

Sus secuestradores lo tenían completamente aislado e incomunicado con el mundo. Tenía prohibido el acceso a cualquier teléfono o a la televisión. Para salir a la calle, tenía que ir acompañado, excepto si era para hacer algún encargo o alguna compra, que después tenía que justificar con el correspondiente ticket. Le habían sacado su documentación, incluido el DNI y la tarjeta sanitaria, y la habían guardado bajo llave para que no la pudiera recuperar. De hecho, sus únicas pertenencias se limitaban a un antiguo álbum de fotografías de sus hijos, un despertador y un portafolios. Cuando pedía hablar con su hija, se lo impedían con cualquier excusa sin lógica y lo trataban de manera agresiva para acobardarlo.

La documentación de la víctima estaba guardada bajo llave. / Guardia Civil

Además, la familia se habría beneficiado de los más de 100.000 euros de las diferentes prestaciones que durante todos estos años habían estado pidiendo a nombre de la víctima, a quien trataban en actitud agresiva para acobardarlo. Finalmente, la Guardia Civil hizo dos entradas y registros en dos domicilios, así como en el camión, pudiendo recuperar la documentación y las pertenencias de la víctima. Además, se intervinieron dos teléfonos móviles para sus análisis. Los cuatro miembros de la familia de feriantes quedaron detenidos como presuntos autores de un delito de tráfico de seres humanos con finalidad de explotación laboral, otro de pertenencia a organización criminal y un tercero de defraudación de fluido eléctrico.