Desde el inicio de la Covid, Núria —nombre ficticio—, de entonces unos 80 años, tenía dos mujeres que cuidaban de ella en la zona de Horta, en Barcelona. Alguien recomendó estas dos cuidadoras a la mujer, delicada de salud y con movilidad reducida, pero con la cabeza clara, y después de conocerse, y por la lejanía de su familia, estas dos mujeres, hermanas, de 44 y 49 años, se ganaron su confianza. Esta confianza se alargó hasta el verano de este 2025, cuando Núria recibió una notificación del banco de un descubierto. Algo iba mal.

La mujer se presentó en el banco con un familiar para aclarar qué había pasado, y confirmaron lo que sospechaban: alguien había vaciado todas las cuentas de la mujer. Cheques, transferencias, extracciones en metálico… hasta dejar las cuentas corrientes casi a cero. Ya no se podían pagar ni los suministros ni nada. En total, según los cálculos preliminares, habían desaparecido 524.000 euros.

Se ganaron su confianza y la dejaron sin dinero

La mujer presentó una denuncia, y los Mossos iniciaron una investigación desde la comisaría de Horta, bajo la batuta del sargento Garcia, jefe de la Unidad de Investigación, para aclarar qué había pasado. Las candidatas de la estafa eran claras desde un inicio. La familia ya las había despedido, pero hacía falta confirmarlo y tener todos los indicios claros antes de judicializar el tema y arrestar a las mujeres por un supuesto delito de estafa, apropiación indebida y falsificación documental. Los agentes, recogiendo toda la documentación que guardaba la mujer y con la sospecha clara de que eran las dos cuidadoras quienes habían vaciado sus cuentas, supieron que, desde que trabajaban para ella, la relación se había ido estrechando hasta el punto de que, en el año 2022, una de ellas consiguió que le cediera poderes notariales completos. Eso le permitía actuar en nombre de la víctima, operar con libertad con sus cuentas, tarjetas e incluso firmar documentos públicos y privados. Fue entonces cuando empezaron los movimientos irregulares, han podido comprobar los Mossos.

Las dos mujeres se aprovecharon de la confianza de la víctima para hacer transferencias periódicas en cuentas del extranjero, a su país. Enviaban dinero desde plataformas que operan con menos vigilancia que los bancos, y allí eran recogidos por sus familiares. La mayor parte del dinero que iban extrayendo de las cuentas de la mujer acababa en su país, en Sudamérica, si bien oficialmente la policía catalana, por órdenes políticas, evita decir el país exacto. Los investigadores también han podido comprobar que parte del dinero sustraído se destinó a gastos personales, compras de objetos de alto valor —ropa y joyas— e, incluso, intervenciones estéticas para mejorar su aspecto físico. Según las informaciones recogidas hasta ahora, 50.000 euros los destinaron a hacerse operaciones estéticas.

Para tener que ir menos a casa de la mujer, la enredaron y le instalaron cámaras para vigilar el comedor y otras estancias de casa, que ellas controlaban desde el móvil. De esta manera, sabían cuándo estaba en casa o no —a pesar de tener movilidad reducida, podía salir— y también la mantenían vigilada a distancia.

La semana pasada, con toda la información ordenada, se pidió autorización judicial para entrar en el piso donde vivían las dos mujeres, con el objetivo de encontrar indicios claros para poder acusarlas formalmente de apropiación indebida y falsificación documental y detenerlas. Sabiendo que, cuando fueran entregadas al juzgado de guardia, quedarían en libertad, los Mossos alargaron durante dos días la detención, y el 25 de julio, el viernes pasado, pasaron a disposición judicial, quedando en libertad. Sin embargo, el juez les retiró el pasaporte, para evitar que se marchen a su país, y también les bloqueó las cuentas corrientes mientras dure la investigación. La mayor parte del dinero, sin embargo, ya se ha esfumado y está en su país, un hecho que hará altamente complicado que la mujer y su familia puedan recuperar la gran parte de estos más de 500.000 euros que se han quedado de manera ilegal.

Los Mossos siguen investigando y no descartan que busquen nuevas víctimas

Las dos mujeres no tenían antecedentes y, según se ha podido comprobar durante esta investigación exprés, durante los años que han estado engañando a Núria, no han trabajado para otras personas. Ahora, que se han quedado sin trabajo, buscan a otras personas. Los Mossos no tienen constancia de que pueda haber más víctimas, pero avisan de que la investigación continúa abierta, sobre todo con toda la documentación que se llevaron de casa de las mujeres —que asaltaron con agentes del ARRO, el pasado 23 de julio. Esperan acabar el rompecabezas de cómo cometieron toda la estafa para vaciar todas las cuentas de esta mujer de 85 años que, a pesar de tener un buen colchón para acabar los últimos años de su vida con condiciones, ahora ha quedado sin ni un duro y necesitando la ayuda de su familia. El dinero ha volado por la crueldad y la mala fe de dos hermanas que, supuestamente, le han dejado todas las cuentas a cero. La justicia no solo las ha dejado en libertad, sino que tampoco tiene suficientes mecanismos para intentar recuperar el dinero de Núria.