Nadie duda de que la madrugada del 17 de febrero de 2023 Aaron, un hombre británico de 50 años, psicólogo y piloto de helicópteros, mató con seis cuchilladas a Oscar T.R., un joven que en aquel momento tenía 38 años, en una casa de la urbanización de la Baronia del Montseny, en Vallgorguina, en el Vallès Oriental. La autoría de la muerte quedó clara en el momento de la detención de este hombre de Croydon y también durante la instrucción, cuando ha aceptado en reiteradas ocasiones que fue él quien, durante el encuentro sexual que habían concertado en aquel picadero, atacó a Oscar hasta matarlo.
Lo que, a partir del próximo 8 de octubre, se tendrá que decidir en la Audiencia de Barcelona, y ante un jurado popular, es si fue un asesinato, como defiende la Fiscalía y la acusación particular, o si fue un homicidio y, al mismo tiempo, hay que aplicar una eximente —parcial o completa— por la ingesta de drogas previas al ataque mortal. Félix Martín, el fiscal, pide 18 años de prisión para Aaron —en prisión provisional desde el día siguiente al crimen— e Ignacio García Vituri, abogado de la familia de la víctima, pide 20 años de prisión. El juicio servirá para aclarar qué pasó y saber si el crimen, rodeado de sexo gay, prostitución y muchas drogas, fue un asesinato o un homicidio. Según lo que se acabe decidiendo, variará la pena y también la indemnización que recibirá la familia del joven cosido a cuchilladas en la fría y sórdida escena de los hechos, en una urbanización medio perdida a los pies del Montseny.
¿Quién es quién?
El crimen de este picadero gay de Vallgorguina, que la víctima usaba para mantener citas con otros hombres que le pagaban por tener relaciones sexuales mezcladas con consumo de drogas —lo que se conoce como chemsex— es un caso que suma varios personajes. El primero, desgraciadamente, la víctima. Un joven “normal”, aseguran quienes habían tratado con él. Tenía una hija, una exesposa y una relación sana con su familia. Los últimos meses, antes de ser apuñalado y muerto, había ido cayendo en el mundo de la droga, un hecho que combinaba, tal como también sabía su familia, con la prostitución masculina. Había habilitado la casa de Vallgorguina como un espacio donde mantener relaciones sexuales con sus clientes y la había preparado con un sistema de seguridad para protegerse, con cámaras de seguridad, ayudado por sus amigos, algunos también relacionados con el mundo de la droga y otros de antes. Su familia sabía a qué se dedicaba y días antes de los hechos, incluso, manifestó a su madre que iniciaría un proceso para desengancharse de las drogas. Ya no llegó a tiempo.

El otro protagonista es Aaron, este hombre británico que ya había contactado en otras ocasiones con Oscar y que vino directamente desde el Reino Unido para pasar varios días en la casa de Vallgorguina practicando sexo y consumiendo drogas. De una familia con capacidad económica, con un hermano gemelo que tiene vínculos en la Costa del Sol, Aaron trabajaba en Croydon —no le constan antecedentes en el Reino Unido— y hacía viajes para mantener relaciones sexuales con hombres con drogas de por medio, siempre, en el caso de Oscar, acordando un pago y aportando también él las drogas. El día 16 de febrero, la tarde antes de los hechos, llegó al aeropuerto del Prat con un vuelo de Vueling y Oscar, tal como habían quedado, fue a recogerlo para ir hacia Vallgorguina.
¿Qué pasó?
Después de llegar a la casa, donde había un amigo de Oscar, que se encargaba de hacer trabajos para ayudarlo y arreglar la casa —un garaje y una parte superior, no conectadas entre sí—, cenaron y el amigo se marchó. Fue entonces cuando empezó la fiesta sexual, entre ellos dos, tal como se puede confirmar en las grabaciones de las cámaras de seguridad que había instaladas en la casa de Vallgorguina. Consumieron drogas, entre ellas, MDMA, y empezaron a mantener relaciones sexuales en el comedor hasta que alrededor de las diez y media de la noche apagaron las cámaras de seguridad. Las cámaras, según consta en la investigación de los Mossos, eran visibles y todos los que estuvieran en aquella casa las podían ver, y Oscar alertaba a los visitantes de que había cámaras por su seguridad. Normalmente, con los clientes, al menos con los que tenía más confianza, las apagaba durante las relaciones sexuales, como fue en el caso del encuentro con Aaron.
Alrededor de las dos de la madrugada Oscar utilizó un dispositivo Alexa que había en la casa para hacer una llamada de emergencia a un amigo suyo, pidiendo ayuda. Quien cogió la llamada, sin embargo, solo escuchaba gritos en inglés. Fue en ese momento cuando, supuestamente y según el relato de la Fiscalía y la acusación particular, el hombre británico cogió un cuchillo de cocina y hirió en varias ocasiones a Oscar. Se cree que primero lo apuñaló por la espalda y después, cuando se giró, lo siguió atacando. Tenía hasta seis heridas, algunas de ellas las que le causaron la muerte.
Es aquí cuando se recuperan las imágenes de las cámaras de seguridad. En el exterior de la casa había una cámara de una empresa de alarmas que se activa con el movimiento. A las dos y media de la madrugada quedó grabado Oscar saliendo de la casa para, supuestamente, escapar de su agresor. Iba desnudo, solo con calzoncillos, y pedía ayuda. Bajó las escaleras de la terraza e intentó salir a la calle por la puerta que da a la vía pública, todo esto ya herido de muerte y completamente empapado de sangre. No pudo salir por la puerta, que estaba cerrada con llave —y él no la tenía encima— y volvió a subir las escaleras, y saltó desde una altura de tres metros para escapar, cayendo en la acera —los primeros detalles, a pesar del secreto de sumario, los avanzó pocas horas después de los hechos ElCaso.com.
El objetivo era huir como fuera de aquella casa y de su cliente, que estaba fuera de sí y llevaba un cuchillo. Ya en la calle, arrastrándose, intentó esconderse delante de casa de los vecinos para evitar ser visto por Aaron. Cuando los Mossos llegaron al lugar encontraron el cuerpo de Oscar y pudieron reducir a Aaron, que confesó el crimen, que había apuñalado al otro hombre, que lo conocía y sabía perfectamente quién era. Después de ser trasladado a la comisaría de Sant Celoni, luego fue trasladado a Granollers, desde donde, tras ser entregado al juzgado de guardia, ingresó en prisión. No ha salido salvo para declarar y volverá a salir el próximo 8 de octubre para ser trasladado a la Audiencia de Barcelona cuando empiece el juicio. Su defensa ha pedido en varias ocasiones que fuera puesto en libertad, pero siempre ha sido denegada.
Un mensaje premonitorio de ‘Victory’
En el volcado del móvil del detenido los Mossos encontraron una conversación de WhatsApp entre el acusado y un hombre que no se ha podido identificar y que ha cambiado el enfoque del crimen. Según ha podido saber ElCaso.com, que ha tenido acceso a documentación judicial de la investigación, Aaron mantuvo un encuentro sexual, similar al que mantuvo con Oscar, con un hombre en su país, el 14 de febrero. Tres días antes de viajar hacia Barcelona. La conversación, que se prolongó hasta minutos antes de que el acusado cogiera, en el aeropuerto de Gatwick, el avión hacia el Prat, revela que la sesión de chemsex —drogas y sexo— acabó también de manera abrupta por un ataque violento de Aaron contra el otro hombre, del cual, por ahora, solo se conoce su alias: ‘Victory’. Aunque se ha intentado saber quién es, las trabas burocráticas con el Reino Unido, de momento, lo han hecho imposible. Los hechos del 14 de febrero parecen premonitorios de la acción violenta que Aaron tuvo contra Oscar la madrugada del 17 de febrero en Vallgorguina. En aquella ocasión, destaca la acusación particular, el tal Victory se salvó de ser agredido violentamente, pero los mensajes intervenidos ponen de relieve la violencia con la que actuó contra él, durante esta sesión de sexo mezclada con drogas.
¿Asesinato o homicidio?
Esta conversación y también las declaraciones que ha hecho el acusado durante la instrucción del caso son los pilares que sostienen la acusación que hace, no solo el abogado de la familia de Oscar, sino también el fiscal, para pedir que Aaron sea condenado por un asesinato. Para hacerlo, y para evitar que sea considerado un homicidio —pena más reducida— y que, incluso, pueda ser atenuada por las drogas, la acusación particular pone sobre la mesa el artículo 20.2 del Código Penal que dice que, en otros puntos, el alcohol y las drogas pueden eximir de responsabilidad al acusado de un delito, pero esto no se puede aplicar en dos supuestos: que el autor haya tomado drogas o alcohol con la intención de cometer el crimen —no es el caso— o, este sí, el caso que defiende la acusación particular, que el autor supiera que el consumo de drogas o alcohol lo podría llevar a cometer el hecho.
Y el abogado de la familia lo tiene claro. Teniendo en cuenta los mensajes previos del encuentro con Victory en el Reino Unido, donde él acepta que se puso violento por el consumo de drogas, sabía perfectamente que le podía volver a pasar. En Vallgorguina, el ataque violento fue con un arma blanca. Seis cuchilladas —heridas incisas en diversas regiones de su cuerpo, tales como la región lateral cervical izquierda, el tercio medio de la región clavicular izquierda, el cuadrante superoexterno de la región pectoral izquierda, el tercio inferior del músculo trapecio derecho, la mano, la muñeca y el antebrazo izquierdos, según el informe forense— que le causaron la muerte.
La declaración que hizo el detenido a los Mossos en el momento de ser arrestado y durante la instrucción, los meses siguientes, también respalda la versión de la acusación particular para hablar de asesinato. Niegan que las explicaciones que da, con todo lujo de detalles de los hechos, sean compatibles con una persona fuera de sí por culpa de las drogas. Varios informes médicos hechos las horas posteriores a los hechos —después de ser detenido y cuando tuvo un nuevo episodio violento en comisaría— descartan los brotes psicóticos y solo confirman la ingesta de droga. Entre ellas, también drogas que solo había tomado él y no Oscar, hecho que hace pensar que ya se las había tomado en su país, antes de llegar a Barcelona, o al menos, antes de llegar a la casa de Vallgorguina.
El jurado decidirá
La defensa de Aaron pone sobre la mesa que el acusado atacó al hombre que había contratado para mantener relaciones sexuales superado por el miedo —asegura que habían organizado una confabulación para extorsionarlo, de la cual no ha aparecido ninguna prueba— y que actuó también en defensa propia —ningún informe forense ha encontrado, en el cuerpo del agresor, heridas de defensa o compatibles con una pelea— para intentar conseguir una condena con una pena reducida que permitiría que pudiera salir de prisión en pocos meses. La acusación particular también niega que las condiciones psiquiátricas del acusado o la intoxicación por drogas, que no era total, hubieran podido eximir de responsabilidad penal al detenido.
El trabajo está hecho y será ahora, en la Audiencia de Barcelona, y ante un jurado popular, donde se tendrán que escuchar todas las teorías y pruebas de las partes para acabar decidiendo si se trata de un homicidio o de un asesinato. Durante la vista oral declararán, además de los investigadores de los Mossos d’Esquadra y los agentes de la policía científica, los amigos y conocidos de Oscar. El juicio está previsto durante dos semanas, con tres sesiones por semana, pero las partes alertan que se podría alargar. Aunque es un caso claro sobre la autoría, que se discutirá poco durante las sesiones, sí que es importante aclarar si fue un homicidio o un asesinato, y aquí se jugará la partida para convencer al jurado. El crimen de Vallgorguina tiene todas las piezas de un hecho mediático por la mezcla de drogas, sexo y prostitución masculina.