El 12 de diciembre de 2018 el sistema volvía a fallar: Bernardo Montoya, exrecluso reincidente, secuestraba, agredía sexualmente y asesinaba a Laura Luelmo, una joven de 26 años que se acababa de mudar a El Campillo, en Huelva, desde su municipio natal, Villabuena del Puente, Zamora.

Laura Luelmo y el crimen de Lardero

Este lunes 15 de noviembre empieza el juicio de uno de los crímenes más mediáticos de la última década, el de la joven Laura Luelmo.

Las tres acusaciones -Fiscalía, familia de la víctima y la Junta de Andalucía- coinciden en acusar a Montoya de detención ilegal, agresión sexual y asesinato; así como en la condena de prisión permanente revisable.

Laura Luelmo - EP

Laura Luelmo / EP

Y el proceso judicial llega menos de un mes después del asesinato de Álex, el niño de Lardero, en La Rioja, asesinado por el también recién salido de la cárcel Francisco Javier Almeida.

El factor común: asesinos reincidentes

Muchas diferencias entre los casos, pero un factor común: los asesinos ya habían pasado por prisión y cometieron el delito poco tiempo tras su puesta en libertad.

Bernardo Montoya, asesino de Laura Luelmo, era un delincuente con una larga carrera de delitos.

El más grave fue el asesinato de una anciana en 1997, que se añadía a un amplio historial de agresiones sexuales a mujeres.

Bernardo Montoya / Archivo

Bernardo Montoya / Archivo

Francisco Javier Almeida, asesino de Álex, de nueve años, por su parte, salía de la cárcel en 2020 tras haber matado en 1998 a una agente inmobiliaria, a quien apuñaló y violó para acabar matándola.

Lugar del crimen: la casa del asesino

Conocido como "El Mortadelo", el asesino del niño de Lardero también ha resultado ser un secuestrador de niños. Y es que intentó varias veces llevarse a niños y niñas del municipio riojano a su casa, sin éxito, hasta que lo consiguió con el pequeño Álex, a quién estranguló hasta la muerte.

Francisco Javier Almeida López Castro

Francisco Javier Almeida López Castro / Archivo

Poco después se han sabido otros detalles de su vida, como que de joven le gustaba matar pájaros, de acuerdo con uno de los informes psiquiátricos a los que se le sometió tras su detención.

Otra similitud entre los dos casos es el lugar de los hechos. Pese a que Montoya llevó a Laura a otro sitio para perpetrar el crimen, todo empezó en casa el asesino, donde la metió contra su voluntad, la amordazó y golpeó.

Almeida también mató al niño en el rellano de su casa, donde lo encontraron junto al menor ya inconsciente y sin constantes vitales.

El fallo de la reinserción social

Ahora El Mortadelo ha sido trasladado a la prisión de Segovia, ya que en la de Logroño había despertado la hostilidad del resto de presos, y Bernardo Montoya pasará por el banquillo de los acusados esta semana, en uno de los juicios más esperados de los últimos años.

Ambos crímenes han conmocionado al país y despertado oleadas de odio. Y es que la impotencia ante este tipo de crímenes por parte de personas potencialmente peligrosas que ya son propensas a la delincuencia es un sentimiento común en la mayoría de la población.

Si algo demuestran los dos asesinatos es el fallo profundo y estructural de la reinserción de los presos al salir de la cárcel.