A nadie le sorprendió este miércoles por la noche que el coche de Magí Ollé Falguera, el propietario de Chatarras Martorell, de 73 años, estuviera mal aparcado en el aparcamiento que comparten a los vecinos de este conglomerado de casas adosadas al final de la calle de Sant Andreu de la Barca, en Martorell (Barcelona). Lo hacía a menudo. Dejaba las llaves puestas por si alguien lo quería mover. Los vecinos llamaron varias veces a la puerta por si podía mover el coche, sin respuesta. Llamaron a una de las dos hijas del hombre, que vive a pocas calles, y la mujer, de unos 40 años, se acercó hasta la casa. Cuando entró, acompañada de la Policía Local de Martorell, ya imaginando que alguna cosa no iba bien, se encontró a su padre muerto y atado.

Magí el Chatarrero, tal y como lo conocía todo el mundo en este municipio del Baix Llobregat (Barcelona), estaba en la segunda planta, ya muerto. Aunque tenía signos de violencia, tal como adelantó ayer ElCaso.com, no tenía heridas de arma blanca ni tampoco de arma de fuego. Estaba atado, pero tenía las manos libres, y ahora tendrá que ser la autopsia la que aclare como murió. Tenía heridas, pero, a simple vista, no parecían incompatibles con la vida. Los Mossos no descartan que el hombre hubiera podido morir por un choque por la tensión del momento, de ser atado y atacado por unos desconocidos que entraron en su casa. Aunque estaba bien de salud, todavía trabajaba, y era muy activo en Martorell, tomaba medicación y había tenido algún susto con el corazón.

Policía Científica en la casa donde ha muerto el hombre en Martorell / GRS
Policía Científica en la casa donde ha muerto el hombre en Martorell / GRS

A última hora de la noche se hizo el levantamiento del cadáver de Magí, divorciado, ahora en una nueva relación con una mujer, y con dos hijas, y la División de Investigación Criminal (DIC) de los Mossos d'Esquadra se ha hecho cargo de la investigación para aclarar qué pasó entre las cuatro paredes de esta casa; por ahora, bajo secreto de sumario, ordenado por el juzgado de guardia de Martorell.

¿Pero quién entró, quién ató y quién mató a Magí el Chatarrero? Son las preguntas que ahora mismo tienen que responder los Mossos d'Esquadra con el fin de poder -o poderles- identificar, localizar y detener. ¿Qué buscaban, los supuestos ladrones? ¿Querían matarlo? ¿Torturarlo para encontrar el dinero que decía a todo el mundo siempre que tenía en casa? Los investigadores de la DIC, con especialistas de la Policía Científica, han vuelto esta mañana a la casa para recoger indicios del interior para ayudar a responder todas estas preguntas. Hay un detalle que llamó la atención a los agentes del grupo de homicidios de los Mossos desde un primer momento. La puerta de entrada en casa no está forzada. La víctima abrió la puerta, ahora falta saber cómo y por qué. Las cámaras de seguridad de la casa de Magí Ollé podrán ayudar también a aclararlo. Un cartel y una cámara nada disimulada se ven claramente en la fachada del número 21, la casa que la víctima utilizaba, aseguran los vecinos, para verse con diferentes mujeres.

Las propiedades del empresario Magí Ollé y la reconstrucción de su muerte

Además de esta casa, también tenía otras propiedades en la zona de Martorell y por la zona del Baix Gaià, en el Camp de Tarragona. Varios pisos y terrenos, donde había formado parte de su fortuna. La casa donde fue encontrado muerto no era la habitual. Iba de vez en cuando, algunas noches, y también algún fin de semana, para aprovechar el jardín para hacer alguna barbacoa con algunos de sus amigos, aseguran los vecinos. Que no fuera su casa, o cuando menos, no donde dormía cada noche, también inquieta a los Mossos. La reconstrucción de las últimas horas de vida de Magí Ollé será clave para saber qué fue a hacer en esta casa, con quién había quedado y si estaba solo o no antes de ser atacado. Los vecinos del número 19, ya interrogados por los Mossos, no sintieron nada extraño, ningún grito ni ruido horas o minutos antes. Solo se asustaron cuando vieron que no contestaba, cuando picaron a la puerta para que sacara el coche, como hacían habitualmente.

Esta reconstrucción de la vida de Magí el Chatarrero también será clave para tratar de averiguar si podía tener alguien próximo que no lo quisiera. Algunos de los testimonios que ya han sido escuchados por la policía catalana relatan que la víctima, los últimos tiempos, había conocido personas extranjeras, con quien tenía negocios, que nunca fueron de fiar. Unos indicios que ahora los investigadores tendrán que cuadrar con toda la información recogida en la casa, y también en la empresa, en el polígono Congost. Más allá de estas amistades peligrosas, y las aficiones más inconfesables, que sus amigos, con la boca pequeña, reconocen a ElCaso.com, delante de su casa, mientras intentan averiguar también qué ha pasado, lo que sí acepta todo el mundo es que era un hombre muy fanfarrón. "Tenía mucho dinero, lo sabíamos y nos lo recordaba siempre", asegura uno de ellos. "Magí, no hace falta que siempre enseñes la cartera", asegura que le insistía una amiga suya, una mujer que lo conocía desde joven. "Eso lo ha llevado por mal camino", apunta la misma mujer.

Patrocinador, fanfarrón y con amistades peligrosas

Tenía relación con el Ayuntamiento de Martorell y también había patrocinado el equipo femenino de fútbol del municipio. Pagaba rondas, nunca dejaba pagar a sus amigos y si una mañana se aburrían, podía coger el coche, con tres hombres más, y hacer un viaje para ir hasta València a hacer una paella y alargar la tarde con otras aficiones. Los que lo conocían de hacer café cada día y los que solo coincidían de vez en cuando dicen exactamente lo mismo: siempre llevaba la cartera llena de billetes y no le costaba nada sacarla para enseñarla, sacar un fajo de billetes de 50 y pagar lo que hiciera falta. "Eso lo ha condenado", explica María del Carmen, a la mujer que le decía que no hacía falta que lo enseñara tanto. "También le gustaba enseñar los coches que tenía", apunta la mujer. "Ya le entraron a robar, antes de la pandemia, fue cuando puso las cámaras", recuerda un amigo suyo, con quien hizo la mili, en Sant Climent Sescebes, en Girona.

Esta fanfarronería y las amistades peligrosas son, ahora mismo, para los Mossos d'Esquadra, una de las principales líneas de investigación. El móvil económico, hacerse con el dinero en efectivo que podía tener escondidos en la casa, parece una de las hipótesis más fuertes que tienen los investigadores de la DIC de los Mossos y por donde han empezado a estirar el hilo. Pero el abanico de personas que podían saber que tenía grandes cantidades de dinero en casa es muy amplio. Sus amigos más cercanos, sus trabajadores, estos nuevos amigos y también sus amigas. La investigación, si no hay un giro de guion, será larga. El trabajo de los investigadores tendrá que separar el grano de la paja, interpretar la autopsia y cerrar el caso, averiguando qué pasó. La hipótesis de un robo que ha acabado mal es la principal, pero los investigadores nunca las cierran todas. Todos los detalles pueden ser claves.