Empieza la cuenta atrás para el sorteo de la Lotería de Navidad y los más tardones se apresuran a comprar los boletos de última hora.
Una tradición que implica tanto azar como sentimientos: desde comprar el número de la fecha de nacimiento de algún ser querido o de alguna fecha señalada, hasta los que buscan la suerte en las fechas que marcaron la pandemia este pasado 2020.
El número 00.000, ¿número del Rey?
Entre ilusiones y conspiraciones, hay números que tienen más éxito que otros y en España se suelen evitar los números bajos, en un intento de autoconvencernos de que tenemos más posibilidades.
Sin embargo, las matemáticas demuestran que la probabilidad es la misma y como bien dicen los anuncios, "Si sueñas, loterías", porque aparte de sueños es imposible predecir si seremos los agraciados o no.
Y en medio de este ambiente tan emotivo, afloran las creencias populares y la rumorología, como por ejemplo, la del número 00.000, el más bajo posible. Según las malas -y buenas- lenguas, este número está reservado por Loterías y Apuestas del Estado para el rey de España.
La leyenda al descubierto
Pero esta creencia no es más que una leyenda urbana, ya que este número sí se puede comprar y está disponible para jugar.
Aunque el nombre sigue vigente, llamándole el "número del rey", hay varias administraciones que lo venden.
En concreto, se pueden adquirir décimos en las administraciones de la Plaza de San Juan de Dios, 8, en Cádiz; Calle República Argentina, 11, en Logroño; Calle General Vives, 73, en Las Palmas; Plaza Puxmarina, 3, en Murcia y Calle Maestro Guillem, 5, en Manises, Valencia.
Aunque es verdad que el "número del rey" nunca ha sido premiado con el Gordo de Navidad, en 2014 la administración de Logroño repartió 19.000 euros de pedrea con la venta de 160 boletos de este número tan especial.
La mayor estafa navideña de la historia
La lotería navideña es todo un fenómeno en nuestro país y se genera un gran movimiento económico a su alrededor.
Sin embargo, no siempre para bien: en vísperas del sorteo, recordamos casos tan escandalosos como la gran estafa que tuvo lugar en Sevilla en 1951, cuando el lotero Miguel Escámez vendió participaciones inexistentes a miles de personas.
La remota posibilidad, casi no contemplada por parte del estafador y sus compinches, de que cayera el Gordo en los números que vendían pasó.
El calvario del caso Escámez
Las más de 4.000 personas que habían comprado las participaciones falsas pasaron de la euforia de saberse ganadores del premio a la decepción de saber que habían sido estafados.
Tras años de juicios, Escámez fue condenado a 22 años de prisión por un delito continuado de falsedad como medio para cometer estafa, y sus empleados Antonio García y Manuel Barba a ocho años cada uno.
Otros tres hombres fueron condenados a penas de entre cuatro y diez meses por fingir que tenían participaciones premiadas para ayudar a ocultar el timo y se generó un gran revuelo ante la decisión judicial de no atribuir ninguna responsabilidad subsidiaria del Estado, que provocó que el dinero del premio se tuviese que repartir entre todos los agraciados.