En Sant Joan les Fonts, en la comarca de la Garrotxa, todavía cuesta de creer lo que pasó el miércoles por la mañana. Un joven de 22 años, Samuel, mató a Soledad, la madre de Joan Llongarriu, el taxista del pueblo. Samuel era el hijo de Caren, la pareja de Joan, y aprovechando que su madre y su padrastro habían salido a primera hora de la mañana, mató a puñaladas a la mujer, que tenía 94 años. El motivo del asesinato, por ahora, sigue siendo un misterio. Los forenses creen que el hombre no tiene ningún impedimento psiquiátrico para ser responsable penal de los hechos, o, al menos, por ahora, para poder declarar ante el juez. Los vecinos cuentan que hacía semanas que había entrado en una espiral autodestructiva, con intentos de autolesión, y que decía cosas sin sentido, mezclando al diablo y el infierno.
Los Mossos encontraron a la mujer en el recibidor, en un charco de sangre, con heridas de arma blanca en la zona de la espalda y el cuello. La policía se desplazó hasta la zona de la calle de la ronda de Font Blanca, en las afueras de Sant Joan, tras recibir el aviso de una mujer que había visto a un joven medio desnudo que se puso delante de su coche e intentó agredirla con un cuchillo. Cuando la policía llegó, comprobaron que la casa de donde había salido el chico tenía la puerta abierta. Los vecinos avisaron de que habían visto volar sillas, vasos y platos y que habían oído gritos.
La mujer, en un charco de sangre
Cuando los agentes entraron, se encontraron con la mujer, ya sin vida, en un escenario espantoso. De nada sirvieron los esfuerzos del Sistema de Emergencias Médicas (SEM). Samuel, que tenía una herida en la cabeza, fue formalmente arrestado. No había duda de que había sido el autor de la muerte de esa mujer, que estaba llena de sangre. Él también estaba cubierto de sangre y llevaba uno de los cuchillos con los que, supuestamente, había atacado a la anciana. El hombre sigue ingresado en el Hospital de Olot, bajo vigilancia policial. El crimen ha conmocionado a todos los vecinos de este municipio cercano a la capital de la Garrotxa. La mujer era la madre de Joan Llongarriu, el conocido taxista del pueblo, y el asesino, el hijo de la pareja de él.
Los vecinos, y también la familia del joven, que aunque no vivía en la casa escenario del crimen, esa noche sí que estuvo allí, después de que su madre, Caren, viera que no estaba bien, han contado a los Mossos el comportamiento extraño de Samuel en los últimos días. Los hechos se produjeron durante la mañana, cuando la mujer estaba sola en casa, y Joan y su pareja habían salido temprano a trabajar. El joven, que sigue ingresado en el hospital, había explicado que tenía conversaciones con el diablo y había manifestado intenciones autodestructivas, incluso con antecedentes de autolesión. La propia familia ha asegurado que en los últimos días estaba mucho más violento, y los Mossos tienen conocimiento de otros hechos previos, de semanas anteriores, con incidentes y agresiones por parte de Samuel a otras personas. Cuando fue detenido, tuvo que ser medicado por el SEM para poder ser trasladado al hospital.
Pendiente de ser entregado al juzgado
Este jueves por la tarde, el forense del juzgado visitó al joven en el hospital y dictaminó que estaba en condiciones para poder ser entregado al juzgado que lleva el caso, el de primera instancia e instrucción 2 de Olot, para responder por los hechos y decidir si lo envía a la cárcel, lo ingresa en un centro psiquiátrico o lo deja en libertad —esta última opción, no contemplada por ahora, según la Fiscalía—. Se cree que el joven sufrió un brote psicótico en el momento de los hechos, un episodio que parece que ya se había repetido, pero sin este trágico final. Este viernes será trasladado ante el juez.