El Centro penitenciario Mas d'Enric ya no aguanta más. Hoy, día 8 de agosto, las secciones sindicales de la prisión han publicado un documento en que piden que, desde la Generalitat, hagan alguna cosa para acabar con los problemas de seguridad que desde hace dos años sufre el centro, principalmente a causa de los lanzamientos que se hacen desde fuera del edificio hacia los patios interiores de drogas y otros objetos prohibidos, lo que complica la tarea de los efectivos de la prisión, que se ven superados por la situación y piden ayuda al gobierno catalán que, hasta el momento, no ha hecho nada para cambiar la dinámica.
Los sindicatos denuncian la precaria situación del centro, que no solo tiene que hacerse cargo de los problemas habituales, como son las agresiones, peleas y la requisa de drogas, teléfonos móviles y objetos punzantes que, haciendo uso de toda su creatividad, fabrican artesanalmente los presos, sino que se les suma un problema más: el lanzamiento de objetos desde fuera. Los trabajadores están preocupados de que, si la situación sigue así, podría haber nuevos incidentes como los que tuvieron lugar al módulo 2 el pasado mes de junio, en que un preso fingió una emergencia médica para distraer a los efectivos de interior, que eran solo dos personas, y mientras tanto otro interno avisó con un móvil a contactos de que estaban a fuera del centro, cerca del bosque, para que lanzaran ocho paquetes, cuatro de los cuales llegaron a caer al patio. Más tarde, los efectivos hicieron cacheos masivos, pero no sirvieron de nada, lo que acabó con 12 aislamientos y varias agresiones.
Situación extrema
Desde el centro explican que continuar así es una temeridad, y viven con miedo del día que desde fuera tiren heroína de gran pureza que pueda causar sobredosis en el centro o, directamente, armas que puedan ser utilizadas contra los trabajadores u otros internos. Los sindicatos exigen que se les explique qué medidas se adoptarán para mejorar la situación y piden que se apliquen cuanto antes mejor para evitar una desgracia y dotar la prisión de suficientes efectivos para garantizar su funcionamiento y no tener que lamentar tragedias que se pueden prever fácilmente con una mejor financiación y control.