Hasta 107 años cerrado entre rejas. Esta es la condena que pide la Fiscalía de Barcelona para el hombre de 48 años y nacionalidad española que, entre el 2016 y en el 2022, se dedicó a captar a menores de edad a través de las redes sociales para ofrecerlos a otros pederastas para que abusaran de ellos en un piso del distrito de Ciutat Vella de la capital catalana. Fue a raíz de la denuncia de una niña de 12 años que los investigadores de la Unidad Central de Cibercrimen de los Mossos d'Esquadra pudieron localizarlo, detenerlo y conseguir miles de archivos -fotografías y vídeos- de pornografía infantil. Para esta víctima en concreto, el ministerio público también ha pedido una orden de alejamiento de 60 años, además de 115 de prohibición de trabajar con menores y 10 más de libertad vigilada. El Juzgado de Instrucción número 7 de Barcelona ha procesado al acusado por una docena de delitos sexuales y lo ha dejado a las puertas del juicio.
El hombre, electricista de profesión, fue arrestado en el año 2010 en València por prostitución de menores, aunque en aquella ocasión no fue condenado. A partir del 2016 fijó su residencia en Barcelona, donde puso en funcionamiento este piso donde acudían otros hombres para abusar de los menores que él había captado previamente, y donde grababa estas agresiones que después vendía por Internet. En este sentido, los Mossos detuvieron a otros dieciséis hombres y tiene a catorce identificados. Los sospechosos tienen entre 19 y 50 años, mientras que las víctimas, tanto chicas como chicos, tenían entre 12 y 17 en el momento de las agresiones sexuales. De momento, la investigación continúa en marcha para poder identificar a otros catorce menores que salen en los centenares de grabaciones que localizaron en el ordenador y en el teléfono móvil del principal investigado.
Regalos y drogas para engatusar a las víctimas
El hombre captaba a los menores de edad a través de diferentes aplicaciones, tanto de citas como redes sociales al uso, y los enredaba ofreciéndoles regalos de todo tipo e incluso drogas. Escogía preferentemente a niños y niñas en situaciones vulnerables, como la primera denunciante, que vivía en un centro de menores de L'Hospitalet de Llobregat de donde se escapaba a menudo, momentos que aprovechaba el pederasta para quedar con ella y ofrecerle un sitio donde pasar la noche. Entonces fue cuando empezaron las violaciones. Obligaba a la niña a mirar películas porno para que se desinhibiera y le hacía tocamientos y besos hasta llegar a la penetración. Todas estas agresiones fueron grabadas y también la convenció para que se hiciera fotografías y vídeos a sí misma, tanto en ropa interior como desnuda, que compartía posteriormente con otros pederastas.
Eran estas fotografías las que el principal acusado utilizaba para crear perfiles falsos de la menor en Instagram por donde contactaba con otros hombres para mantener relaciones sexuales en grupo. Cuando accedían, el hombre los enviaba un mensaje desde su perfil para concertar las citas -y el precio.
Los investigadores de los Mossos aseveraron que la principal problemática de la prostitución infantil a través de estas aplicaciones es que ni los usuarios ni los administradores denuncian este mercado y añadieron que hace falta una política de protección de menores que se implemente desde las familias para supervisar lo que hacen sus hijos en Internet.