Desde hace cinco meses, Abril y Laia viven una pesadilla provocada por un hombre que llega a su casa de madrugada y, con la ayuda de una fregona, se hace con las bragas y los tangas que tienen tendidos en el balcón. Las jóvenes viven en un bajo en el distrito de Nou Barris de Barcelona donde, según se puede ver en las imágenes, a las que ha tenido acceso El Caso.com, su acosador, desafortunadamente, no tiene muchas dificultades para acceder. Los Mossos d'Esquadra tienen una denuncia sobre estos hechos y ya detuvieron al sospechoso el pasado 30 de octubre, acusado de un delito de robo con fuerza y otro de resistencia y desobediencia a la autoridad; lo pillaron in fraganti sobre las cuatro de la madrugada, pero, después de pasar a disposición judicial, quedó en libertad. Por supuesto, ha vuelto.


Este calvario comenzó en verano. Las chicas se dieron cuenta de que les faltaban bragas cuando iban a recoger la ropa tendida. Primero pensaron que se trataba de un descuido, pero cuando hablaron entre ellas y comprobaron que a ambas les pasaba lo mismo, se asustaron. Temiéndose lo peor, decidieron colocar cámaras de seguridad en el balcón donde tienen el tendedero; sus sospechas resultaron ser ciertas. Un hombre, con la cara tapada con una capucha, llegaba entre las tres y las cuatro de la madrugada. Se subía al balcón y cogía las bragas con una fregona antes de marcharse. 


El hombre, sin embargo, no solo se lleva las bragas de Abril y Laia: también les dejó unos tangas todavía con la etiqueta puesta, como si fuera un macabro regalo de compensación por haberlas dejado sin ropa interior. Y el acoso fue a más. Un día, las jóvenes llegaron a casa y se encontraron la puerta de entrada forzada y el hombre, alguna noche, golpeó también las ventanas. 

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El hombre dejó unos tangas que aún tenían la etiqueta / Cedida. 

Aterrorizadas desde hace cinco meses

Con todo, Abril y Laia llevan cinco meses viviendo atemorizadas por esta persona quien, a pesar de tenerlo grabado en vídeo y contar con una detención in fraganti, continúa en la calle. La justicia no contempla una orden de alejamiento, ya que, técnicamente, no ha entrado dentro de la propiedad, lo cual, según la ley, no comporta un peligro real al no poder considerarlo como allanamiento de morada. 

La situación no solo se ha denunciado formalmente ante la policía catalana, sino también en las redes sociales. La creadora de contenido Clàudia Campillo, amiga de las afectadas, ha compartido en su perfil de Instagram lo que están viviendo las jóvenes desde hace meses. Según ha explicado, el hombre va entre tres o cuatro veces por semana y sus amigas sufren ansiedad y tienen miedo de dormir en su casa. "A veces no hace falta que te toquen para sentirte invadida", ha sentenciado.