En el municipio de Madrid de Las Rozas un grupo de diez jóvenes están ocupando un chalet desde hace un año y medio. Los vecinos se quejan de tener miedo y del ruido que provocan. Alejandro es uno de los ocupas que convive con sus amigos y niega todo lo que dicen los vecinos.

Un ocupa explica que los vecinos tienen envidia y que todo está pagado por el estado

Un conjunto de ocupas se encuentra en un chalet situado en el municipio de Las Rozas de Madrid hace un año y medio. Son un grupo de diez personas que conviven dentro del mismo inmueble y Alejandro, de 21 años, es uno de ellos.

Según el reportaje publicado por Cuatro.com, Alejandro niega todas las acusaciones y explica que los vecinos tienen envidia. Dice que todo está pagado por el estado y que convive con sus amigos. Mientras está en el exterior de la casa, explica que "todo es legal".

Después, muestra el interior de la casa que han ocupado. El chalet de lujo tiene una superficie aprovechable de 425 metros.2 Las personas que viven en el interior han separado los espacios para poder convivir individualmente. La división se ha hecho con candados.

Los vecinos tienen miedo y están cansados del ruido

Los vecinos no opinan lo mismo que los ocupas. Están asustados y cansados de las fiestas que hacen. De hecho, se presentan sin mostrar la cara ante el reportaje, para no recibir represalias de los ocupas. Una pareja de setenta años que vive al lado explica que: "tenemos mucho miedo".

También se quejan del ruido que escuchan constantemente. Los problemas de convivencia no los dejan vivir con tranquilidad y uno de los vecinos explica que la policía ha intervenido aproximadamente unas 100 veces.

Los vecinos echan a unos ocupas de Olot

Una comunidad echó a un grupo de ocupas el pasado mes de abril. Los vecinos sospechaban que eran una mafia organizada y habían pinchado la luz y el agua.

Los vecinos se dieron cuenta de que convivían con unos jóvenes desconocidos. Después de observarlos atentamente, supieron que eran unos ocupas que se habían situado en dos pisos que eran propiedad del banco para hacer un negocio.

Gracias a la ayuda de la inmobiliaria, les pudieron cortar todos los suministros. Compraron cámaras de seguridad para situarlas donde estaban los contadores. Mientras llegaban las cámaras de seguridad, hicieron guardias delante de la puerta para evitar que volvieran a pinchar los cables.

Finalmente, el banco propietario de los pisos consiguió llegar a un acuerdo con los ocupas y se marcharon. Pero antes, saquearon todo el piso y se llevaron los radiadores y los electrodomésticos.

Cuando estaban robando, los vecinos avisaron a los Mossos d'Esquadra y las piezas sustraídas fueron devueltas.