La familia de Ricardo Pérez, un abuelo de 83 años vecino de Santa Coloma de Queralt, en Tarragona, vive una auténtica pesadilla para repatriar el cuerpo del hombre desde Colombia, donde viajó a principios del mes de octubre, hasta Catalunya. Según ha informado la familia, los hijos de Ricardo recibieron una llamada por parte de una azafata de la compañía aérea que informaba de que el hombre se encontraba desorientado en el aeropuerto. Aun así, Ricardo insistió que no quería volver a Catalunya y que su intención era llegar a su destino final, Santa Marta. 

Los hijos de Ricardo, que hasta la llamada de la azafata no sabían que su padre estaba de viaje, ya que no tenían relación, perdieron la pista del hombre y, según ha podido saber El Caso.com, denunciaron los hechos en la comisaría de Sant Feliu de Guíxols de los Mossos d'Esquadra el día 17 de octubre. Fue unas semanas después, el 7 de noviembre, que un trabajador de una residencia para personas sin techo llamó a los hijos de Ricardo para informar que habían encontrado al hombre en la calle muy desorientado, sin sus pertinencias y herido después de haber sido apaleado. Además, según ha informado la familia a El Periódico, sospechan que el hombre fue secuestrado y drogado. 

Lucha por traerlo a casa 

En aquel momento la familia de Ricardo pidió al consulado de España en Colombia ayuda para poder traer a su padre de vuelta a Catalunya. Según los hijos de Ricardo, el consulado pedía que uno de los hijos fuera al país latinoamericano a buscar a su padre o que pagaran el billete de un trabajador de la residencia donde estaba alojado para que lo llevara a casa. Esto, sin embargo, no fue posible por problemas económicos y de salud de los hijos de Ricardo.

Finalmente, el sábado 29 de noviembre Ricardo murió en el hospital a causa de una neumonía. Además, según ha informado la familia, la enfermedad del hombre se agravó, según los médicos, debido a problemas cardiovasculares. Ahora, los hijos de Ricardo luchan por poder repatriar el cuerpo de la víctima. El consulado obliga a que un familiar esté presente para hacer las gestiones pertinentes, pero los hijos no pueden desplazarse. En consecuencia, no pueden inscribir a Ricardo en el registro de muertos y no pueden traer aquí el cadáver para enterrarlo.