Navidad trae muchas reuniones familiares que acaban en filosofadas o en conversaciones absurdas sobre temas del día a día. Entre broma y broma, además, ya han pasado la mitad de las jornadas más festivas y las abundantes comidas dejan las apreciadas sobras, que nos dedicamos a almacenar en táperes y platos o a envolver en papel film o de aluminio.

El secreto de las dos caras del papel de aluminio

Y este último es uno de los más utilizados y cuestionados porque su doble textura por cada lado ha alimentado durante años las leyendas.

El debate sobre cuál es la parte que tendría que tocar la comida y cuál tendría que quedar fuera se fundamenta en argumentos muy poco sólidos que, a veces, llegan a extremos como son tóxicos o perjudiciales.

Pero, evidentemente, en pleno siglo XXI, tendría poco sentido que un producto tan ampliamente comercializado y usado supusiera tanto riesgo. Lo que sí que se ha encontrado en los últimos años sobre su uso es que tiene poca capacidad de ser reciclado y es poco ecológico y ya han surgido multitud de alternativas reutilizables para sustituirlo.

Ni tóxicas ni más adherentes, la leyenda al descubierto

Es por eso que a la página web de Albal, uno de los principales productores de papel de aluminio, han tenido incluso que escribir sobre el tema. Según explican, el porqué de las dos caras diferentes no tiene ninguna función ni utilidad, se trata de una cuestión de producción.

Chocolate en papel de aluminizo / PxFuel

Chocolate envuelto en papel de aluminio / PxFuel

La existencia de una cara brillante o mate es a causa del proceso de fabricación, ya que cuando las capas de papel entran en contacto con los rodillos quedan más brillantes.

La clave está en la fabricación

Durante la elaboración se prensan dos láminas de aluminio y se hacen pasar por dos rodillos metálicos con la intención de que el producto sea tan fino y resistente como sea posible. La parte exterior de las dos láminas, en contacto con los rodillos, queda más puliday, por lo tanto, más brillante; mientras que la parte interna, en contacto con la otra lámina, tiene un aspecto menos brillante.

Una cosa tan sencilla como esta tumba las historias delirantes que intentan justificar un acabado meramente estético.

Así, ahora ya podemos envolver los bocadillos de jamón y cubrir los táperes con el cocido, los canelones, la escudella y las croquetas, seguidos de un largo etcétera de manjares que seguro que disfrutaremos varios días más allá de las fechas señaladas de Navidad y Sant Esteve.