Katie Loveridge, una joven de 27 años residente en Kidderminster, Inglaterra, asegura que desde que heredó una gran fortuna de un anciano a los seis años su vida se ha convertido en un auténtico infierno. "Desearía no haber heredado nada", confiesa.

Heredó la fortuna de un anciano y le cambió la vida

Cuando Katie Loveridge tenía 4 años conoció a un amigo de su padre, Wilfred Lamb, de 72 años. Ambos se llevaron genial y se inauguró una amistad poco probable. 

Wilfred era un ingeniero jubilado y le encantaba pasar tiempo junto a Katie. Y sorprendentemente se volvieron inseparables. 

Katie y Wilfred / Mirror

Dos años después, cuando Wilfred murió, Katie heredó unos 300.000 euros y una propiedad. Su vida pegó un cambio radical, claro. Y a peor, según ella. "Yo era una niña pequeña que nunca pidió nada de esto. Sinceramente, desearía no haber heredado nada porque el dolor no ha valido la pena", lamenta Katie.

La familia de Wilfred enfureció

El caso es que el anciano, antes de fallecer, retiró a su familia del testamento para entregárselo todo a aquella niña. Eso generó una cruenta guerra entre ambas familias por el dinero del difunto. 

Entonces comenzó una batalla judicial y Katie y su familia fueron pasto fresco para los periodistas, que les persiguieron allá donde iban. Incluso se extendió el rumor de que Katie había heredado la fortuna de Wilfred porque el anciano abusaba sexualmente de ella. Katie lo ha negado rotundamente. 

Ella dijo: "Estaba caminando a casa y, de repente, las cámaras y los reporteros me seguían y me preguntaban qué iba a hacer con todo el dinero".

El 'tormento' de Katie

"No sé qué es una vida normal y esto me ha torturado", afirma en una entrevista a Mirror. "Me da vergüenza salir de casa porque la gente se me acerca por la izquierda, la derecha y el centro pidiendo dinero. Incluso he tenido novios que me roban el bolso". 

“Ha arruinado mi vida y la gente ha dicho que debo haber sido abusada sexualmente para conseguir la herencia. Eso me hace sentir repugnante y sin valor", añade. 

Katie Loveridge / Mirror

No obstante, la joven ha dicho basta y ha decidido "dejar las cosas claras públicamente por primera vez porque he tenido suficiente".

En primer lugar, Katie recuerda haberse hecho amiga de Lamb, con quien conectó tanto que incluso le pagó sus lecciones privadas de piano. "Establecimos un vínculo de inmediato y todavía visito su tumba cada dos semanas. Ojalá pudiera tenerlo de vuelta". 

“Él era un vecino que vivía a dos millas de mí y mi mamá o papá solían llevarme hasta él y él me llevaba a tomar un helado y yo me sentaba encima de él", prosigue. "Era como mi mejor amigo y mi abuelo en uno y tengo muchos recuerdos felices con él que nunca podré volver a comprar". 

"Se sentía solo y amable y estaba separado de su familia. Era simplemente un hombre encantador que nunca jamás abusó de mí", concluye. 

Batalla en los juzgados

Lamb murió en enero de 2000, pero su hija Josephine, que había sido su cuidadora, acusó a los padres de Katie, Susan y Jim, de manipular a su padre para cambiar su testamento.

Sin embargo, esto fue rechazado por el Tribunal Superior cinco años después cuando dictaminó que el testamento representaba sus "deseos genuinos".

Viajes y ayudas a la familia

Katie, que pronto dio a luz a su primer hijo, ahora de nueve años, decidió darse algún que otro capricho: "¡Debo haber ido unas treinta veces de vacaciones y llevé a mi hija a todas partes! Incluso me llevé a mi mamá y papá y solo ayudé a los miembros de la familia. Fuimos a todas partes, desde Nova York a Benidorm". 

No obstante, Katie recuerda que su "viaje puso celosa a mucha gente y cuando llegué a casa volví a ser la persona atascada de siempre. Y nada ha cambiado, me siento humillada en público y eso no es justo", añade. 

Katie afirma estar viviendo un tormento / Mirror

"Mi sueño era vivir en la finca de Wilfred y continuar con su granja porque de ahí son todos mis recuerdos felices. Pero la destruyeron y no tenía dinero para arreglarlo, así que tuve que venderlo". ¿Y todos los recuerdos?

Finalmente, Katie concluyó que nunca ha tenido que trabajar y que ha sido sensata con el dinero y todavía vive cómodamente. Actualmente tiene cuatro hijos y vive en su ciudad natal cerca de sus padres.

"Para cualquiera que lea esto, por favor no me juzgue. No he hecho nada malo y solo quiero vivir una vida como cualquier otra persona y cuidar de mi familia. Créame cuando les digo que el dinero realmente no puede comprar la felicidad", confesó.