La desesperación y la impotencia se han apoderado de Josep y Ester, una pareja de Tarragona que lleva más de un año viviendo en una furgoneta, mientras su propia casa está ocupada por otra familia. Su día a día se ha convertido en una auténtica pesadilla, y reclaman a la justicia una solución rápida para poner fin a esta situación insostenible. Y para hacerlo aún más increíble, según Josep, el ocupa trabaja para el Ayuntamiento de Tarragona. Un caso incomprensible.
Casa ocupada desde 2023 y durmiendo en una furgoneta
La pareja pasa los días en un pequeño garaje de 25 metros cuadrados, a escasos 150 metros de su casa, que es un chalé situado en el barrio de l'Albada. Sobreviven con un lavabo portátil, un hornillo para cocinar y unos colchones para dormir, como si vivieran en un camping. En su casa viven los inquilinos, que han dejado de pagar y que no tienen contrato desde 2023.
El origen del conflicto se remonta a 2013, cuando Josep y Ester decidieron cambiar su vida en Tarragona por una nueva experiencia en las Islas Canarias. Al marcharse, decidieron alquilar su chalé a un conocido por 550 euros mensuales. Seis años después, los primeros inquilinos se fueron, pero propusieron que la casa fuera alquilada a una hermana suya. Josep y Ester aceptaron y aumentaron la renta a 600 euros. Ya les avisaron de que no la venderían, ya que en un futuro, cercano o lejano, volverían a Tarragona.
En julio de 2023, después de diez años viviendo en Canarias, Josep y Ester decidieron volver a Tarragona, con su hija a punto de entrar en la universidad. Al comunicárselo a los inquilinos, estos reaccionaron mal y se negaron a abandonar el chalé. El contrato, que finalizaba en noviembre de 2023, estipulaba un período de cuatro meses para abandonar la casa si los propietarios decidían volver antes. A pesar de enviar un burofax oficial a través de la inmobiliaria, los inquilinos dilataron el proceso judicial, alegando que Josep y Ester no necesitaban realmente la casa.
Esperando hasta noviembre de 2025
La vista previa del juicio no se celebrará hasta noviembre de 2025, lo que hace que la situación de la pareja sea insostenible, tal como han explicado en varios medios de comunicación. Sin otro lugar donde ir, camperizaron una furgoneta para poder vivir en ella, utilizando también un pequeño garaje que tienen en el barrio de la Floresta. La situación se ha alargado más de lo que esperaban, y ahora ya ven que aún tendrán que vivir así mucho tiempo. Su hija, que va a la universidad, tampoco tiene donde vivir, y ha alquilado una habitación en el centro de la ciudad. Sus padres, Josep y Ester, que ahora no tienen trabajo, ven cómo a pesar de tener una casa en propiedad, tienen que malvivir en una furgoneta por las trabas legales y burocráticas de unos jueces que observan la realidad desde un despacho.